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La proliferación de dispositivos aéreos no tripulados, conocidos como drones, ha transformado la seguridad en los aeropuertos europeos, generando una preocupación creciente. Lo que antes era un acontecimiento aislado, ahora es una constante que provoca la interrupción de las operaciones aéreas, con cierres de pistas, demoras en despegues y aterrizajes, y miles de pasajeros varados en tierra. Ante esta escalada, la Unión Europea se ha movilizado para desarrollar un sistema defensivo, un "muro de drones", para contrarrestar esta amenaza.

Varios países europeos han sido escenario de estos incidentes que ponen de manifiesto la vulnerabilidad del espacio aéreo. Recientemente, Bélgica sufrió el cierre en dos ocasiones del aeropuerto de Bruselas-Zaventem, seguido por un evento similar en el aeropuerto de Lieja y avistamientos cerca de una base militar. Alemania también ha experimentado interrupciones en los aeropuertos de Berlín y Múnich, afectando a numerosos vuelos y pasajeros. España no ha sido ajena a esta situación, con cierres temporales en Alicante-Elche y Fuerteventura, además de Mallorca. La situación se repite en Dinamarca, donde los aeropuertos de Copenhague, Aalborg y Billund se vieron obligados a suspender operaciones, y en Oslo, Noruega, donde el aeropuerto principal también sufrió interrupciones por la presencia de drones. Estos casos evidencian la urgencia de implementar medidas de seguridad más robustas y coordinadas a nivel europeo.

La creciente presencia de drones en zonas aeroportuarias exige una respuesta global y tecnológicamente avanzada para garantizar la seguridad de los vuelos y la tranquilidad de los viajeros. La colaboración entre naciones, la inversión en sistemas de detección y neutralización, y la educación pública sobre el uso responsable de drones, son pilares fundamentales para proteger nuestro espacio aéreo y mantener la fluidez del transporte aéreo.