En los últimos años, se ha observado un incremento significativo en el número de mujeres adultas que reciben un diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Lejos de ser una moda pasajera o un sobrediagnóstico, este aumento refleja una evolución en la comprensión médica del trastorno, reconociendo que sus manifestaciones en mujeres pueden diferir considerablemente de los síntomas clásicamente asociados a los hombres, lo que ha llevado históricamente a una subestimación y falta de reconocimiento en el público femenino. La mayor visibilidad del tema, impulsada en parte por las redes sociales y los cambios en el estilo de vida durante la pandemia, ha facilitado que muchas mujeres identifiquen sus propias experiencias y busquen una evaluación adecuada, lo que les permite acceder a un tratamiento y mejorar su calidad de vida.
El TDAH ha sido tradicionalmente concebido como un trastorno predominantemente masculino, caracterizado por hiperactividad e impulsividad. Sin embargo, las mujeres a menudo presentan el tipo desatento del TDAH, cuyos síntomas incluyen desorganización, olvido y dificultades para iniciar o completar tareas. Estos rasgos pueden ser fácilmente malinterpretados como 'ensueño' o 'despistes', pasando desapercibidos en entornos escolares y familiares. Incluso cuando las niñas muestran hiperactividad, esta puede manifestarse de formas más sutiles, como el parloteo excesivo o la inquietud, lo que dificulta su identificación como síntomas de TDAH. Esta falta de reconocimiento temprano conlleva que muchas mujeres no sean diagnosticadas hasta la edad adulta, tras años de lucha interna y esfuerzos por 'enmascarar' sus dificultades para cumplir con las expectativas sociales.
La Dra. Kathleen Nadeau, coautora de uno de los primeros estudios sobre TDAH en niñas, relata cómo, a finales de los 90, la comunidad científica desestimaba la idea de que las niñas pudieran padecer TDAH si no mostraban el patrón disruptivo típico de los niños. A pesar de que esta percepción ha evolucionado, gran parte de la investigación sobre el TDAH se ha centrado en hombres y niños, perpetuando el estereotipo del TDAH como un trastorno masculino. Esta disparidad en la investigación ha contribuido a que los síntomas en mujeres sean minimizados o atribuidos erróneamente a problemas emocionales o de aprendizaje, con casos como el de Janna Moen, neurocientífica, quien fue diagnosticada erróneamente con depresión y ansiedad durante casi dos décadas antes de recibir un diagnóstico correcto de TDAH.
El impacto del TDAH no diagnosticado en mujeres puede ser profundo. A medida que avanzan en la edad adulta, las demandas sobre sus funciones ejecutivas aumentan, y los síntomas pueden manifestarse como dificultades para gestionar las finanzas, cumplir plazos o mantener relaciones, a pesar de poder parecer externamente perfeccionistas. La falta de un diagnóstico y tratamiento adecuados se asocia con mayores tasas de ansiedad, depresión, abuso de sustancias, trastornos alimentarios e incluso un riesgo incrementado de mortalidad prematura. Es fundamental que los profesionales de la salud adquieran una mayor formación sobre cómo el TDAH se manifiesta en mujeres para evitar estos diagnósticos erróneos, que prolongan el sufrimiento y retrasan el acceso a la atención necesaria.
La pandemia de COVID-19 y la creciente popularidad de plataformas como TikTok han jugado un papel dual en este fenómeno. Por un lado, la pandemia alteró las rutinas y estructuras que muchas mujeres utilizaban para compensar sus síntomas de TDAH, lo que hizo que sus dificultades fueran más evidentes. Por otro lado, las redes sociales han servido como una herramienta para la concienciación, permitiendo a muchas mujeres identificar sus experiencias en las de otros y animándolas a buscar ayuda. Sin embargo, la desinformación también es un riesgo, ya que parte del contenido puede trivializar el trastorno o promover diagnósticos simplistas. La explosión de clínicas de telesalud que ofrecen diagnósticos rápidos también ha generado preocupación por la calidad de las evaluaciones. A pesar de estos desafíos, los expertos insisten en que el TDAH es un trastorno del neurodesarrollo con una base genética, y los factores externos solo pueden exacerbar sus síntomas, no causarlos. El aumento de diagnósticos en mujeres no es una oleada de sobrediagnósticos, sino un paso hacia un reconocimiento más equitativo y preciso del TDAH, permitiendo a muchas mujeres como Rach Idowu, cuyo diagnóstico le cambió la vida, acceder a la comprensión y el apoyo que merecen.