Es frecuente que, al pensar en la forma física, nuestra mente se incline hacia actividades cardiovasculares como correr o andar en bicicleta. No obstante, existe un pilar fundamental para la salud que a menudo pasa desapercibido: el entrenamiento de resistencia. Esta modalidad, que se basa en el uso de pesas, la resistencia del propio cuerpo o bandas elásticas para fortalecer la musculatura, es tan crucial como el ejercicio aeróbico. Sus beneficios son numerosos y sorprendentes, abarcando desde el aumento de la esperanza de vida hasta la mejora de la salud cardiovascular, el equilibrio, la flexibilidad, el control de peso, la reducción del riesgo de lesiones y la mitigación de la ansiedad y la depresión.
El entrenamiento de fuerza ha sido tradicionalmente relegado, a pesar de la creciente evidencia científica que respalda su importancia. Instituciones de salud de renombre están corrigiendo esta percepción, reconociendo que sus ventajas son independientes de las del ejercicio aeróbico. Este tipo de actividad no solo implica el levantamiento de mancuernas o el uso de máquinas en un gimnasio; también incluye movimientos cotidianos como levantarse de una silla o subir escaleras. La clave reside en la adaptación de los músculos a la resistencia, lo que lleva a un incremento progresivo de la fuerza y la resiliencia. Además, incorporar tan solo 30 minutos semanales de entrenamiento de resistencia puede prolongar la vida, mejorar la presión arterial y el colesterol, y reducir significativamente el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como infartos y accidentes cerebrovasculares.
Más allá de lo físico, el entrenamiento de resistencia aporta mejoras notables a la salud mental, incidiendo positivamente en la calidad del sueño y protegiendo áreas cerebrales vinculadas con el aprendizaje y la memoria. Aunque el comienzo pueda parecer intimidante, la accesibilidad de este tipo de ejercicio es mayor de lo que se cree, ya que puede practicarse en cualquier lugar con poco o ningún equipo. La clave es empezar con un enfoque sostenible, ya sea con pesas, bandas elásticas o el propio peso corporal, y aumentar la intensidad progresivamente. El entrenamiento de resistencia no es solo una actividad física, sino un verdadero pilar para construir un cuerpo más fuerte y una mente más resiliente, siendo un antídoto eficaz contra la fragilidad y un catalizador para una vida plena y activa.