Erice, un encantador pueblo amurallado con una silueta triangular y una ubicación privilegiada a más de 750 metros de altitud en el Monte Giuliano, se erige como un tesoro siciliano. Sus calles empedradas, adornadas con iglesias y palacios centenarios, evocan un viaje fascinante a la era medieval. Este destino, ideal para explorar en unas pocas horas, ofrece una combinación perfecta de historia, cultura y delicias culinarias, especialmente sus afamados dulces. La experiencia en Erice se complementa con la posibilidad de visitar la cercana Trapani, explorar la reserva natural de Zingaro, admirar el templo de Segesta o relajarse en la playa de San Vito Lo Capo, haciendo de la visita a esta pintoresca localidad una parada obligatoria en cualquier itinerario por Sicilia.
Para sumergirse en la esencia de Erice, la Porta Trapani es el punto de inicio ideal. Esta antigua entrada a la ciudad fortificada, orientada hacia la ciudad costera de Trapani, marca el umbral hacia un casco histórico lleno de maravillas. Ya sea llegando en coche o a través del teleférico desde Trapani, que te deja a pocos metros, esta puerta te invita a un paseo por la historia. Antes de adentrarte, es útil recordar que aplicaciones móviles como EasyPark facilitan el estacionamiento, un detalle práctico para cualquier viajero.
Continuando el recorrido, el Duomo dell’Assunta, o Chiesa Madre, se revela como el epicentro religioso de Erice. Edificada en el siglo XIV por orden de Federico III de Aragón, rey de Sicilia, esta impresionante construcción gótico-normanda destaca por su majestuoso pórtico trilobulado y su campanario separado de 28 metros. Desde lo alto de la torre, se disfrutan vistas panorámicas de Erice y la costa de Trapani. Aunque su interior, transformado en estilo neogótico en el siglo XIX, posee un encanto diferente, alberga notables obras de arte y retablos que merecen ser contemplados.
La Via Vittorio Emanuele te espera después de la visita al Duomo, presentándose como la arteria comercial vibrante de Erice. Flanqueada por tiendas de artesanías, es el lugar perfecto para adquirir las icónicas Cabezas de Moro y Piñas Sicilianas. Además, la calle ofrece la oportunidad de admirar la fachada románico-gótica de la Chiesa Santissimo Salvatore. Un alto en el camino en la Pasticceria Maria Grammatico para degustar una auténtica cassata, la tradicional tarta siciliana de ricotta, bizcocho y fruta confitada, es una experiencia culinaria inolvidable.
El paseo culmina en la Piazza della Loggia, un espacio animado rodeado de terrazas y edificios históricos. Aquí se encuentran el Ayuntamiento y el Museo comunale «Antonino Cordici», que resguarda una valiosa colección de piezas arqueológicas de diversas culturas, así como arte sacro, manuscritos y esculturas renacentistas. Destaca entre ellas «la Anunciación» de Antonello Gagini, una obra de incalculable valor.
Explorando más allá, las Murallas Ciclópeas revelan la herencia defensiva de Erice. Partiendo de Piazza della Loggia y dirigiéndose por Via Argentieri, se llega a Porta Carmine, la puerta central de las tres que custodiaban la ciudad medieval. Atravesando este arco, se pueden apreciar tramos de las murallas edificadas entre los siglos VII y VI a.C. por los élimos y fortalecidas por civilizaciones posteriores. Estas fortificaciones se extienden hasta Porta Spada, cerca del Quartiere Spagnolo, testimonio de la dominación española.
El entramado de calles estrechas de Erice invita a perderse, descubriendo joyas como la Piazzetta San Domenico, la Iglesia de San Pedro, con su pintoresco paso elevado, y las Iglesias de San Cataldo y San Juan Bautista. Esta última, en particular, ofrece un espectacular mirador con vistas a la costa siciliana, un escenario perfecto para la contemplación. Las Torres del Balio, vestigios del antiguo sistema defensivo medieval, ofrecen vistas impresionantes desde sus murallas almenadas y la Torretta Pepoli. Junto a ellas, el Giardino del Balio, de estilo inglés, es un remanso de paz. Finalmente, el Castillo de Venere, edificado sobre las ruinas de un antiguo santuario a Venus, es una visita esencial. Su acceso, a través de un puente de piedra desde los Jardines del Balio, permite admirar sus robustos muros, la Torre del Homenaje y el Pozo de Venus, con vistas espectaculares de la costa y las islas Egadi.
La Iglesia de San Giuliano, construida en el siglo XI por Roger II en agradecimiento por la liberación de la ciudad, es otro punto de interés. Su fachada sobria y su campanario barroco contrastan con un interior que alberga las “Misterios de Erice”, esculturas que narran la Pasión de Cristo. Tras la visita, se puede disfrutar de la rica gastronomía local en restaurantes como la Osteria di Venere o La Pentolaccia. Para concluir el viaje, una excursión a la cercana Trapani, accesible en coche o teleférico, permite explorar su casco antiguo, iglesias barrocas y disfrutar de su gastronomía marinera, incluyendo el cuscus de pescado, o incluso aventurarse a las islas Egadi o la reserva de Zingaro, completando así una experiencia siciliana inolvidable.