Emprender un viaje al corazón de Sri Lanka, para descubrir la majestuosa ciudad antigua de Polonnaruwa, es una experiencia transformadora. Este enclave histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, fue la capital entre los siglos XI y XIII, y hoy día resguarda vestigios impresionantes de una civilización floreciente. La planificación es clave para aprovechar al máximo esta visita, que te sumergirá en un pasado glorioso donde la arquitectura y el arte budista alcanzaron su máximo esplendor. Desde la logística de las entradas hasta las opciones de transporte y los tesoros que aguardan en cada rincón, cada detalle contribuirá a un recorrido inolvidable por este crucial epicentro cultural del país.
La riqueza de Polonnaruwa se manifiesta en la notable conservación de sus templos y palacios, un testimonio elocuente de su relevancia histórica. La posibilidad de explorar el yacimiento arqueológico, que abarca desde el fastuoso Palacio Real hasta las serenas estatuas de Gal Vihara, permite a los visitantes conectar profundamente con la herencia de Sri Lanka. A pesar de su extensión, un recorrido bien organizado permite apreciar sus principales atractivos en medio día, dejando espacio para otras maravillas cercanas como el safari en Minneriya. La elección del medio de transporte adecuado y la consideración de los consejos prácticos garantizarán una jornada cómoda y enriquecedora, desvelando la esencia de esta joya cingalesa.
La antigua capital de Polonnaruwa ofrece una fascinante travesía por el tiempo, revelando la grandiosidad de un reino que floreció entre los siglos XI y XIII. El acceso al complejo se facilita con una entrada de 30 USD para adultos, que puede adquirirse tanto en el Museo Arqueológico, ubicado en la entrada principal, como a través de una plataforma en línea oficial. Es crucial conservar el boleto durante toda la visita, ya que se realizan controles periódicos. El horario de apertura es amplio, desde las 7:00 a.m. hasta las 6:00 p.m., con el museo operando de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. Se recomienda comenzar temprano, idealmente al amanecer, para mitigar el impacto del calor y disfrutar de los monumentos con mayor tranquilidad. Para un recorrido eficiente, se sugiere destinar entre 5 y 6 horas a la exploración de los sitios más destacados.
Explorar Polonnaruwa es una experiencia que se adapta a diversas preferencias de viaje. La opción más cómoda para cubrir las distancias entre los distintos puntos es el tuk-tuk o un vehículo con conductor, que además de ofrecer sombra, permite una visita más ágil. Para los aventureros, el alquiler de motos o bicicletas es una alternativa popular, brindando la libertad de recorrer el sitio a un ritmo propio, aunque bajo el sol de Sri Lanka. Para una comprensión más profunda de la historia y el significado de cada estructura, contratar un guía oficial es altamente aconsejable. Además, si el tiempo es limitado o se prefiere una experiencia más estructurada, existen excursiones organizadas desde ciudades cercanas como Sigiriya y Dambulla que combinan la visita a Polonnaruwa con otras atracciones, como safaris para observar elefantes en su hábitat natural en Minneriya.
El recorrido por Polonnaruwa se organiza lógicamente desde el sur hacia el norte, iniciando en el Museo Arqueológico, que contextualiza la riqueza del sitio. Posteriormente, se adentra en el Palacio del Rey Nishshanka Malla y el imponente Palacio Real, donde las ruinas evocan la opulencia de una era dorada. El Cuadrángulo Sagrado, un epicentro de edificaciones religiosas, alberga maravillas como el Vatadage, con su excepcional estado de conservación, y el Hatadage, que antaño custodiaba reliquias sagradas. La Gal-Pota, una losa monumental con inscripciones budistas, y el Sathmahal Prasadaya, una pirámide de siete niveles, son otros puntos de interés que dan cuenta de la sofisticación arquitectónica de la antigua capital.
Continuando hacia el norte, la ruta desvela otras joyas como la Pabalu Vehera, la tercera dagoba más grande de la ciudad, y la majestuosa Rankoth Vehera, que se alza como la de mayor tamaño, con casi 55 metros de altura y un diseño que recuerda a las estupas de Anuradhapura. El conjunto monástico de Kiri Vehera, Lankatikala Temple y Baddha Sima Prasadaya ofrece una visión completa de la vida religiosa y la disciplina monástica de la época. Sin embargo, el punto culminante de la visita es, sin duda, el Gal Vihara, un santuario rupestre donde cuatro impresionantes estatuas de Buda, talladas directamente en la roca, expresan la cúspide del arte cingalés. Finalmente, el Nelum Pokuna, un estanque con forma de flor de loto, y la Thivanka Image House, con sus frescos y elaboradas tallas, completan un recorrido enriquecedor que abarca la espiritualidad y la maestría artística de Polonnaruwa.