Con profunda tristeza, se comunica el fallecimiento de Antonio Belmonte Zamora, originario de Villanueva de las Torres, Granada, acaecido este mes de agosto. Desde una edad temprana, su familia se trasladó a Sabadell, donde Antonio estableció sus raíces y formó una familia junto a su esposa Rosa y sus hijos, Miguel y David Belmonte, este último siguiendo sus pasos en el deporte de la escalada. Su deceso a la edad de 63 años, a causa de una enfermedad implacable, ha conmocionado a la comunidad.
Antonio encarnaba el arquetipo del escalador de Montserrat de la década de los 80. Cada fin de semana, junto a su compañera inseparable Chus, recorrían España en su Citroën Mehari, buscando la emoción de conquistar imponentes paredes rocosas en lugares emblemáticos como Riglos y los Pirineos, dejando una huella de aventura en cada ascenso.
Dotado de un conocimiento profundo y una experiencia previa en el sector químico, así como de un notable talento artístico, Antonio Belmonte fue un visionario en la fabricación de presas y estructuras para la práctica de la escalada en España. Su ingenio y su espíritu emprendedor le abrieron nuevos caminos, marcando un antes y un después en la industria.
En colaboración con el renombrado escalador Manu Velasco, Antonio fundó la empresa "Coraje", que rápidamente se consolidó como una de las marcas líderes en Europa en la producción de presas de escalada. Posteriormente, la compañía evolucionó a "Bloc Área", dedicándose a la creación de rocódromos panelados a nivel nacional y estableciendo alianzas con empresas destacadas del sector como Top 30 y Tarragó. En 2007, junto a Jordi Rubio, dio vida a "Gárgola Climbing", con una clara vocación internacional.
A lo largo de su carrera, Antonio Belmonte llevó a cabo innumerables proyectos en instalaciones de escalada por todo el país, forjando lazos duraderos con escaladores de diversas regiones. Entre sus trabajos más recientes y destacados se encuentran los rocódromos de La Panxadelbou en Sabadell, Ingravita en Igualada y el muro de entrenamiento del Centro Excursionista de Gràcia en Barcelona, entre muchos otros que testimonian su contribución al deporte.
En su madurez, Antonio exploró también su vertiente artística, dedicándose a la artesanía con pasión. Entre sus creaciones más notables se encuentra un ajedrez singular, cuyas piezas representaban las icónicas agujas de Montserrat, un testimonio de su ingenio y su amor por la montaña expresado a través del arte.
Su mayor fortaleza radicaba en su habilidad para conectar con las personas y su ingenio para hallar soluciones a cualquier desafío. Aunque no logró vencer la enfermedad, enfrentó su última batalla con una valentía y dignidad que inspiraron a quienes lo conocieron. Nos deja no solo un gran escalador, sino, ante todo, un compañero excepcional.