El sector hotelero en Argentina atraviesa un momento crítico, con la temporada invernal de 2025 registrando cifras de ocupación significativamente inferiores a las de años previos. La falta de movimiento de turistas nacionales y la disminución de visitantes internacionales han generado un escenario preocupante. Esta situación ha llevado a una reevaluación de las operaciones por parte de muchos establecimientos, planteando la posibilidad de que numerosos hoteles no reabran sus puertas durante la temporada baja, lo que subraya la urgencia de medidas económicas y laborales que puedan mitigar el impacto de esta desaceleración en la industria.
Julio, tradicionalmente un periodo de alta demanda debido a las vacaciones escolares escalonadas, no cumplió con las expectativas del sector. Franco di Pasquo, director ejecutivo de la Asociación de Hoteles de Turismo de la República Argentina (AHT), ha expresado la profunda inquietud que embarga a la industria. La ocupación hotelera se ha mantenido en niveles modestos, apenas superando el 50% y, en algunos casos, alcanzando el 60%, cifras notablemente bajas para un periodo vacacional tan relevante. Además, se observa una disminución interanual del 15% al 20%, lo que refleja la gravedad de la situación.
Los destinos de nieve, como Bariloche, Tierra del Fuego y San Martín de los Andes, han mostrado una ligera mejora en la última semana, beneficiándose de su atractivo particular en esta época del año. Sin embargo, incluso estos enclaves turísticos, populares entre visitantes brasileños y nacionales, no han logrado revertir la tendencia general de baja afluencia. Por otro lado, regiones como el norte argentino, históricamente dinámicas en invierno, han experimentado un movimiento más lento, con Jujuy destacándose ligeramente en un mercado hotelero más reducido. Puerto Iguazú también ha visto un repunte reciente, aunque insuficiente para compensar el déficit general.
Una tendencia creciente en el comportamiento del viajero es la reserva de último momento, una realidad que afecta a todo el país, incluso en destinos conectados por vía aérea. Esta modalidad de planificación a corto plazo, si bien se observa en fechas importantes, añade un nivel de incertidumbre a la gestión hotelera, dificultando una previsión y planificación eficientes de los recursos.
Ante este panorama desafiante, una consecuencia directa ha sido la decisión de varios hoteles de no operar durante la temporada baja. Establecimientos que en los últimos años habían logrado mantener sus puertas abiertas durante todo el año, ahora se ven obligados a cerrar temporalmente, con la esperanza de reanudar actividades una vez superado el invierno. Aquellos que continúan operando evalúan la posibilidad de limitar su funcionamiento a temporadas específicas, a menos que se implementen cambios significativos en el entorno económico.
La AHT ha presentado al gobierno nacional una serie de demandas clave para revertir esta compleja situación. Los costos operativos, especialmente los servicios públicos, se han disparado, y la devaluación del tipo de cambio ha encarecido los destinos para el turista nacional y regional. La recesión generalizada en el consumo y el aumento del turismo hacia el exterior (con un récord del 60% en viajes fuera del país) agravan la crisis. Las propuestas de la AHT se centran en la reducción de los costos laborales, un aspecto fundamental para un sector que genera una gran cantidad de empleos, y en la disminución de la presión impositiva. Se estima que, de cada 100 pesos de tarifa hotelera, 60 se destinan a impuestos y cargas estatales. Sin una mejora en estos dos frentes, la preocupación por la continua pérdida de puestos de trabajo en la hotelería argentina es cada vez mayor.
La industria hotelera argentina se enfrenta a un desafío considerable, donde la baja afluencia de turistas, los altos costos operativos y la elevada carga impositiva amenazan la viabilidad de muchos negocios. La adaptación a un nuevo panorama de reservas de último momento y la imperativa necesidad de apoyo gubernamental a través de reformas laborales y fiscales son elementos cruciales para la supervivencia y recuperación del sector.