El metanol, una sustancia química fundamental en el ámbito industrial, se presenta como una opción revolucionaria en la lucha contra el cambio climático. Aunque su uso indebido puede ser perjudicial, sus propiedades lo convierten en un anticongelante y combustible versátil, además de ser un componente esencial en la producción de diversos materiales. Sin embargo, el verdadero potencial del metanol reside en su capacidad para transformar el dióxido de carbono excedente en un recurso valioso, permitiendo así una reducción significativa de las emisiones contaminantes y fomentando un modelo industrial más eficiente y amigable con el planeta. Su estado líquido a temperatura ambiente lo distingue de otras alternativas como el hidrógeno verde, facilitando enormemente su almacenamiento y distribución, y su compatibilidad con los sistemas de combustión actuales minimiza la necesidad de grandes inversiones en nuevas infraestructuras.

La producción mundial de metanol, que se estima en 100 millones de toneladas para 2024, se proyecta quintuplicarse para 2050. No obstante, la mayor parte de este metanol se obtiene actualmente del gas natural, un proceso que libera cantidades considerables de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Es crucial, por tanto, transicionar hacia métodos de producción de metanol verde, que se clasifica según su origen: gris (fósil), azul (con captura de CO₂), y verde (proveniente de fuentes renovables). Este último incluye el biometanol, obtenido de materia orgánica, y el e-metanol, generado a partir de electricidad renovable y CO₂ capturado, siendo este último el más prometedor para la descarbonización global. En un contexto donde la producción de energía renovable a menudo supera la demanda, el excedente energético puede ser inteligentemente aprovechado para la síntesis de e-metanol, convirtiendo la energía eléctrica sobrante en un combustible líquido y seguro, hecho literalmente de agua y aire.

Desde la inauguración de la primera planta de metanol verde en Finlandia en 2012, el interés en esta tecnología ha crecido exponencialmente a nivel global. Aunque actualmente el metanol verde representa una fracción minúscula de la demanda energética mundial, se anticipa que su adopción crezca de manera constante, reemplazando gradualmente al metanol derivado de combustibles fósiles. Esta transición hacia un combustible limpio y renovable es un paso fundamental hacia un futuro más sostenible y armonioso con el medio ambiente, donde la innovación y la responsabilidad se entrelazan para proteger nuestro planeta.