Un cambio significativo en la clasificación biológica ha revelado que el icónico mamífero africano, la jirafa, no es una especie única, sino un conjunto de cuatro entidades genéticamente distintas. Esta histórica determinación, oficializada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), redefine la comprensión y los esfuerzos de protección de estos majestuosos animales. La distinción es fundamental para diseñar estrategias de conservación más precisas y efectivas, dado que cada una de las nuevas especies se enfrenta a amenazas y desafíos particulares en sus respectivos hábitats, con tres de ellas ya en riesgo de desaparecer.
Desde hace siglos, se consideraba que las jirafas, con su silueta inconfundible, representaban una única especie. Sin embargo, esta percepción ha sido desmentida por exhaustivas investigaciones genéticas. La Giraffe Conservation Foundation (GCF) y el Senckenberg Biodiversity and Climate Research Centre (SBiK-F) han liderado un esfuerzo colaborativo de más de una década para desentrañar el linaje de estos animales. Este proyecto, inicialmente enfocado en identificar marcadores genéticos para la protección en su entorno natural, desveló diferencias genéticas sorprendentes entre las poblaciones, comparables en magnitud a las que separan especies como el oso pardo y el oso polar.
Aunque la idea de múltiples especies de jirafas ya había sido planteada en 2016 con la publicación de los primeros análisis genéticos, la aceptación formal de la UICN ha tardado casi diez años en concretarse. Ahora, la jirafa masái, la jirafa del norte, la jirafa reticulada y la jirafa del sur son reconocidas como especies biológicas individuales. Cada una habita regiones distintas del continente africano y enfrenta presiones específicas, desde la pérdida de hábitat hasta la caza furtiva. La recolección de muestras en zonas inestables y remotas, junto con el análisis morfológico de cráneos, superó obstáculos significativos para lograr esta clasificación.
Esta nueva clasificación tiene un valor inmensamente práctico para la conservación. Julian Fennessy, cofundador de la GCF, ha enfatizado que ahora es posible adaptar las estrategias de protección a las necesidades específicas de cada especie. Ya no se trata de conservar a 'la jirafa' de manera general, sino de implementar planes personalizados que consideren la biología, el contexto y el nivel de riesgo de cada una. El siguiente paso crucial para la UICN será evaluar individualmente el estado de conservación de cada especie para incluirlas en la Lista Roja. Las estimaciones preliminares ya son alarmantes, sugiriendo un panorama de urgencia.
Ejemplos preocupantes incluyen a la jirafa del norte, cuya población ha disminuido drásticamente debido a la destrucción de su hábitat y la caza ilegal. Similarmente, la jirafa reticulada, identificable por su distintivo patrón de manchas, enfrenta un futuro incierto. Esta reevaluación subraya un avance significativo en la ciencia de la conservación, donde la precisión genética complementa la observación tradicional. Es un llamado de atención urgente a los gobiernos africanos y a la comunidad internacional para que actúen con decisión. Como ha advertido Stephanie Fennessy, directora ejecutiva de GCF, la pérdida de una especie que apenas acabamos de reconocer sería una tragedia inmensa.