Grupo Piñero, mediante su Fundación Eco-Bahía, ha redefinido el paradigma de la interacción entre el desarrollo turístico y la preservación del medio ambiente. Este enfoque innovador demuestra que el crecimiento hotelero no solo es compatible con la conservación de la naturaleza, sino que puede ser un catalizador para ella. La estrategia se basa en una integración profunda de prácticas sostenibles desde la concepción de los proyectos hasta la operación diaria, involucrando a todos los actores: desde el diseño de la infraestructura hasta la participación activa de los visitantes y las comunidades locales. La Fundación, con una trayectoria de más de dos décadas, ha logrado resultados tangibles, especialmente en la protección de especies emblemáticas como las tortugas marinas, y se proyecta como un referente global en la gestión turística responsable, promoviendo un futuro donde el turismo sea una fuerza positiva para la salud de los ecosistemas.
En el vibrante septiembre de 2025, el directivo de medio ambiente de Grupo Piñero, Pablo del Toro, compartió una visión fundamental para la industria turística: la necesidad imperante de entrelazar la conservación ecológica con las vivencias de los viajeros. Esta filosofía ha sido el pilar de la Fundación Eco-Bahía, una iniciativa nacida en 1999, coincidiendo con la expansión del grupo en la paradisíaca Riviera Maya. Lo que comenzó como una respuesta urgente para salvaguardar la anidación de tortugas marinas en las playas que albergarían complejos hoteleros, evolucionó hasta convertirse en un modelo integral de sostenibilidad.
Desde sus orígenes, la Fundación Eco-Bahía no solo se ha dedicado a la protección de la fauna marina, sino que ha ampliado su alcance al rescate y preservación de la flora autóctona, así como a la restauración de espacios naturales. Con el transcurrir de los años, su influencia ha trascendido fronteras, expandiéndose a la República Dominicana en 2023 y con planes ambiciosos de iniciar operaciones en Jamaica para el 2026. Este crecimiento demuestra que la conservación no es un obstáculo, sino una fuerza motriz para un turismo de calidad y duradero.
El programa de Protección y Conservación de Tortugas Marinas se erige como el emblema de la Fundación. En sus veinticinco años de existencia, este esfuerzo incansable ha logrado proteger más de 18,000 nidos, facilitando que más de dos millones de crías de tortugas lleguen con éxito al vasto océano. Solo en 2024, se custodiaron 1,214 nidos en México y 15 en la República Dominicana, culminando en la liberación de más de 103,000 crías, un testimonio palpable de la coexistencia entre el desarrollo turístico y la biodiversidad. Además, se han marcado 125 hembras para investigación y se ha registrado el nacimiento de la rara tortuga carey, una especie en peligro crítico de extinción, en las playas gestionadas por el grupo.
La implicación de los turistas es un eje central de esta estrategia. Los huéspedes tienen la oportunidad de sumergirse en la conservación a través de eco-rutas, charlas educativas y avistamientos de tortugas, actividades guiadas por expertos apasionados. En 2024, más de 4,200 visitantes en República Dominicana y México participaron en estas experiencias transformadoras, llevando consigo no solo recuerdos inolvidables, sino también una conciencia ambiental que perdura mucho más allá de sus vacaciones.
Más allá de las tortugas, la Fundación ha diversificado sus acciones, abarcando la conservación de áreas naturales terrestres y marinas, la regeneración de hábitats degradados, como en Cayo Levantado, y el fomento de programas comunitarios. La educación ambiental es la piedra angular de su misión, trabajando con turistas, comunidades y escuelas para inspirar una conexión auténtica con la naturaleza. Colaboraciones estratégicas, como la alianza con AERODOM para proteger zonas de anidación cerca del Aeropuerto del Catey, y la organización de eventos benéficos como el PGA Riviera Maya, refuerzan su capacidad para reinvertir en la protección ambiental.
La visión de la Fundación Eco-Bahía es clara: ser un referente mundial en conservación dentro de entornos turísticos, demostrando que un turismo bien gestionado no solo no amenaza, sino que es el mejor aliado de la preservación ecológica.
Este caso de estudio nos inspira a reflexionar sobre la potente sinergia que puede surgir cuando el sector privado asume un rol proactivo en la protección ambiental. La Fundación Eco-Bahía de Grupo Piñero no es solo un programa de responsabilidad social corporativa; es una demostración viviente de que el éxito económico y el bienestar ecológico no son mutuamente excluyentes, sino interdependientes. Nos enseña que la verdadera innovación en el turismo radica en la capacidad de crear valor compartido, donde los beneficios económicos se traducen en un enriquecimiento de la experiencia del viajero y, al mismo tiempo, en la salvaguarda de los preciosos recursos naturales. Esta iniciativa debería servir de faro para otras empresas en la industria global, evidenciando que invertir en la naturaleza es invertir en el futuro de los negocios y del planeta.