Entre las numerosas criaturas marinas gelatinosas, una en particular, la Pelagia noctiluca, se ha convertido en una visitante indeseada en las playas españolas. En los últimos días, los avistamientos de esta especie, conocida popularmente como clavel del mar, se han multiplicado. Aunque su presencia es común en el sureste peninsular, especialmente en regiones de clima cálido como Marbella, Málaga y Almería, y también en Mallorca, lo sorprendente es su expansión hacia el norte, llegando a Alicante y Valencia en pleno verano. Esta proliferación se ha documentado a través de plataformas comunitarias como Medusapp, que registran la creciente preocupación entre los usuarios.
La dinámica poblacional de las medusas experimenta variaciones a lo largo del año, siendo la primavera una época habitual para su observación. Sin embargo, diversos factores han contribuido a un aumento significativo de avistamientos durante la temporada estival. El Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) ha señalado la reducción de las precipitaciones invernales y el incremento de la radiación solar como elementos clave. Estas condiciones alteran la salinidad de las aguas costeras, equiparándola a la de mar abierto, lo que facilita que las medusas, transportadas por las corrientes y los vientos, lleguen a la orilla sin obstáculos relacionados con la densidad del agua. Aunque persiste la noción de que el Mediterráneo alberga más medusas que el Atlántico, la Fundación del Mar Mediterráneo (FAMM) sugiere que factores como la pleamar y los vientos de levante podrían influir en la frecuencia de su aparición.
La temperatura del agua es un factor determinante en el desplazamiento de las medusas hacia la costa. Según el MITECO, si existe una disparidad térmica entre las aguas costeras y las oceánicas, las corrientes superficiales encuentran dificultades para arrastrar grandes agrupaciones de medusas. No obstante, cuando las temperaturas son similares, el transporte hacia la orilla se acelera en pocos días. Esta conexión entre el calentamiento del agua y el movimiento de estas criaturas es crucial para entender su distribución.
La competencia por el plancton entre medusas y peces es un aspecto fundamental del ecosistema marino: el aumento de una población a menudo coincide con la disminución de la otra. Este desequilibrio se ha acentuado debido a la sobrepesca, que ha provocado un drástico descenso en las poblaciones de peces en diversas zonas, como el mar de Bering y los caladeros de Namibia. Aunque este fenómeno no incide directamente en los avistamientos costeros, sí favorece el incremento de las medusas en el medio marino, alterando la cadena trófica.
La Pelagia noctiluca no es una novedad en el Mediterráneo; se ha documentado su presencia desde los años 80. El Oceanogràfic de Valencia describe a esta especie como oceánica, con un ciclo de vida completamente pelágico, lo que significa que no posee fase de pólipo. Aunque es más común en primavera y verano, puede ser avistada durante todo el año. A pesar de sus reducidas dimensiones, que no superan los 20 centímetros, su picadura es extremadamente dolorosa y puede desencadenar reacciones adversas graves, incluyendo problemas respiratorios, dermatológicos y cardiovasculares. Su identificación se facilita por su tonalidad rosada o rojiza, una umbrela semiesférica cubierta de protuberancias marrones y tentáculos que pueden alcanzar hasta dos metros de longitud, características que han sido reportadas por usuarios en Medusapp.