Anteriormente, mis visitas a Sepúlveda, un tesoro en la provincia de Segovia, se limitaban a deleitarme con la exquisita oferta culinaria de sus asadores, famosos por sus lechazos y cochinillos. Esta percepción superficial me llevó a subestimar su verdadero potencial turístico, comparándolo quizás injustamente con localidades más renombradas como Pedraza. Sin embargo, una reciente estancia, que incluyó la oportunidad de pernoctar en este histórico enclave y explorar sus callejuelas y monumentos, transformó por completo mi visión. Sepúlveda se reveló como un destino cautivador, repleto de rincones pintorescos y con un patrimonio románico impresionante que merece una exploración pausada y detallada.
En el corazón de la espléndida provincia de Segovia, se alza majestuosamente Sepúlveda, un lugar que te invita a un viaje en el tiempo. Sus raíces se hunden en épocas anteriores a la dominación romana, y su primera mención histórica la sitúa como un enclave abandonado durante el repliegue musulmán. Resurgiendo con fuerza en el siglo XI bajo el reinado de Alfonso VI, Sepúlveda recuperó sus antiguos fueros, concedidos por los condes Fernán González. Este auge medieval la convirtió en un centro de gran importancia, llegando a albergar hasta quince iglesias, de las cuales, afortunadamente, aún se conservan varias joyas románicas que hoy podemos admirar. Para una inmersión completa, se recomienda dejar el vehículo en los amplios estacionamientos habilitados en sus accesos. Al aproximarse por la carretera desde la encantadora Pedraza, los viajeros son obsequiados con las vistas más impresionantes de Sepúlveda: un conjunto de casas que parecen colgar audazmente de la ladera de la colina, dominadas por la presencia imponente de la iglesia románica del Salvador en la cima.
El punto de partida ideal para cualquier exploración es la pintoresca Plaza Mayor, de configuración rectangular, que ofrece una panorámica inolvidable con la fachada del antiguo castillo y la silueta de la Iglesia del Salvador en lo alto. Esta localidad, antaño completamente amurallada, conserva hoy fragmentos de su defensa, incluyendo la destacada Puerta del Azogue. Desde la Plaza Mayor, una caminata hacia el suroeste lleva al visitante por la antigua Prisión del Concejo y la Oficina de Turismo, para luego alcanzar la Iglesia de Santiago, una de las cinco maravillas románicas que perduran. Este edificio, ahora hogar de la Casa del Parque de las Hoces del Duratón, es el lugar perfecto para obtener información sobre este impresionante parque natural. Desde allí, los estrechos callejones conducen cuesta arriba hacia la imponente Iglesia del Salvador. Este templo, datado a finales del siglo XI, se erige como un pilar del románico castellano. Su interior, con una única nave y un ábside semicircular, esconde un tesoro en su arco porticado, donde los capiteles adornados con motivos singulares capturan la atención. Continuando la ruta desde la plaza hacia el noroeste, se bordea un segmento de la muralla y se cruza la Puerta del Azogue, encontrándose en el camino la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, otra edificación románica del siglo XII que hoy alberga el Museo de los Fueros. Finalmente, el recorrido culmina en la Iglesia de la Virgen de la Peña, erigida en el siglo XII sobre un promontorio rocoso abrazado por el río Duratón. Su pórtico del siglo XIII y su tímpano son puntos de interés artístico que no deben pasarse por alto. Desde el mirador junto a esta iglesia, se despliega una vista anticipada de las espectaculares Hoces del Duratón, un paisaje natural que comienza en este mismo punto.
La experiencia de descubrir Sepúlveda es una revelación. Más allá de su reconocida oferta gastronómica, esta villa segoviana se erige como un testimonio vivo de la historia y el arte, especialmente el románico. Su encanto reside en la autenticidad de sus calles, la grandiosidad de sus iglesias y la inigualable belleza natural que la rodea. Es un destino que invita a la reflexión, a la admiración por el pasado y a la conexión con un paisaje que ha sido esculpido por el tiempo y la naturaleza. Visitar Sepúlveda es sumergirse en una postal viva de la Castilla más auténtica.