Argentina se vio afectada recientemente por una serie de incidentes que pusieron a prueba la seguridad aérea del país. Dos importantes aeropuertos, Ezeiza y Aeroparque, fueron escenario de alarmas casi simultáneas por presuntas amenazas de bomba a bordo de aeronaves comerciales. Estos eventos desencadenaron una respuesta inmediata de las autoridades, con la implementación de rigurosos protocolos de seguridad que, si bien lograron confirmar la ausencia de artefactos explosivos, causaron significativas interrupciones en el tráfico aéreo y generaron inquietud entre el público viajero. La rápida actuación de las fuerzas de seguridad fue crucial para gestionar la crisis y normalizar las operaciones, aunque el impacto en los itinerarios de vuelo fue inevitable.
La situación puso de manifiesto la vulnerabilidad del sistema de transporte aéreo ante este tipo de amenazas, reales o falsas, y la necesidad de mantener una vigilancia constante. La coordinación entre las diferentes entidades de seguridad y la aplicación estricta de los procedimientos de emergencia fueron fundamentales para garantizar la integridad de los pasajeros y la tripulación, así como para restablecer la confianza en el sistema. A pesar de la resolución positiva de estos casos, la experiencia subraya la importancia de la prevención y la investigación exhaustiva para identificar a los responsables de tales actos y disuadir futuros incidentes.
Durante una noche reciente, la tranquilidad de los principales aeropuertos de Argentina, Ezeiza y Aeroparque Jorge Newbery, se vio súbitamente alterada por avisos de posibles explosivos en vuelos de línea. Estos mensajes, recibidos mediante llamadas anónimas al servicio de emergencias 911, desencadenaron una movilización sin precedentes de los cuerpos de seguridad. Las operaciones aéreas se vieron afectadas de inmediato, con aeronaves que debieron ser sometidas a inspecciones detalladas, causando retrasos considerables y obligando a desviar vuelos hacia otros destinos. La Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) coordinaron un esfuerzo conjunto para abordar la situación con la máxima diligencia, priorizando la seguridad de todos los involucrados.
Un vuelo de Aerolíneas Argentinas procedente de Mendoza fue uno de los afectados al aterrizar en Ezeiza, donde inmediatamente se aplicó el protocolo de emergencia. Casi al mismo tiempo, una segunda advertencia impactó a un avión de Flybondi listo para despegar de Aeroparque con destino a Salta. Ambos incidentes activaron la respuesta de la brigada antibombas de la PSA, que realizó minuciosas revisiones en las aeronaves. Aunque no se encontró ningún dispositivo peligroso, la pista de Ezeiza fue cerrada temporalmente, resultando en el desvío de un vuelo de Ethiopian Airlines a Montevideo y manteniendo a otras aeronaves en espera. Hacia la noche, las operaciones se normalizaron, y la investigación para identificar al origen de estas alarmas pasó a manos de unidades especializadas en antiterrorismo, con indicios de que ya se tendría identificado a un posible autor de una de las amenazas.
Las falsas alarmas de bomba en Ezeiza y Aeroparque tuvieron un impacto significativo en la operatividad aeroportuaria, provocando demoras y la alteración de los itinerarios de numerosos viajeros. Sin embargo, la pronta y eficiente respuesta de las fuerzas de seguridad y los organismos de aviación civil fue clave para manejar la situación y evitar consecuencias mayores. La movilización de la brigada antibombas y la activación de protocolos de emergencia demostraron la preparación de Argentina para enfrentar este tipo de contingencias, aunque el suceso subraya la constante amenaza de actos malintencionados que buscan sembrar el pánico y perturbar la normalidad.
El despliegue de recursos incluyó el cierre temporal de áreas críticas, la inspección exhaustiva de las aeronaves y la coordinación interinstitucional entre ANAC, PSA y otras fuerzas de seguridad. La normalización de las operaciones en ambos aeropuertos fue un alivio, pero la experiencia dejó una clara lección sobre la importancia de la ciberseguridad y la investigación de amenazas anónimas. Las autoridades han enfatizado la seriedad con la que se toman estos avisos, independientemente de su veracidad, y la determinación de perseguir legalmente a quienes intenten desestabilizar el sistema aéreo con falsas alarmas. Este episodio refuerza el compromiso con la seguridad de los cielos argentinos y la adaptabilidad de sus sistemas de respuesta ante emergencias.