La Dirección General de Aviación Civil (DGCA) de la India ha instado a la revisión exhaustiva de los sistemas de corte de combustible en aeronaves Boeing, luego de que un informe inicial sobre el incidente del vuelo AI171 de Air India sugiriera un posible malfuncionamiento en estos componentes cruciales. Este llamado a la inspección abarca una parte de la flota de aviones Boeing que opera en el país, incluyendo modelos como el Dreamliner 787, similar al involucrado en el lamentable suceso.
El desafortunado evento, ocurrido el 12 de junio, vio cómo un avión que cubría la ruta entre Ahmedabad y Londres se precipitó a tierra poco después del despegue, resultando en la pérdida de 241 vidas de pasajeros y 19 en tierra. La investigación preliminar, de quince páginas y elaborada por la Oficina de Investigación de Accidentes Aéreos de la India (AAIV), reveló que Air India no había llevado a cabo inspecciones de seguridad recomendadas por las autoridades de aviación civil estadounidenses en 2018. Estas recomendaciones estaban relacionadas con un posible defecto en el mecanismo de bloqueo de los interruptores de combustible, precisamente los que detuvieron el flujo de queroseno a los motores del vuelo 171 apenas tres segundos después de su partida.
Los interruptores de combustible en los aviones Boeing son vitales para la regulación del suministro de combustible a los motores. Su uso principal se restringe al encendido antes del despegue y al apagado posterior al aterrizaje. Es infrecuente que se manipulen durante el vuelo, ya que cambiarlos de la posición de 'funcionamiento' a 'corte' implicaría una pérdida inmediata de potencia, una situación de extremo riesgo, especialmente en las etapas iniciales del ascenso, como se observó en el caso de Air India. Estos dispositivos están equipados con mecanismos de seguridad para prevenir activaciones accidentales y se encuentran estratégicamente ubicados en la cabina de mando, entre los pilotos, justo debajo de los controles de potencia.
Este incidente nos recuerda la indispensable necesidad de una vigilancia constante y el cumplimiento riguroso de las normativas de seguridad en la aviación. La tragedia, aunque dolorosa, sirve como un catalizador para reforzar la prevención y la investigación, asegurando que cada lección aprendida contribuya a un futuro aeronáutico más seguro, donde la vida humana sea siempre la máxima prioridad y la confianza en los cielos se mantenga inquebrantable.