Las Islas Pitiusas, compuestas por Ibiza y Formentera, se encuentran en una encrucijada ecológica crítica. La introducción accidental de serpientes invasoras, como la culebra de herradura, ha provocado una drástica disminución en la población de la lagartija endémica local. Esta situación ha movilizado a las autoridades y a la comunidad científica en un esfuerzo conjunto por preservar la biodiversidad única de estas islas. La lucha se centra en el control de las especies invasoras, la creación de refugios seguros para las lagartijas y la implementación de estrictas medidas de bioseguridad para evitar futuras introducciones.
A pesar de la gravedad de la situación, existen esperanzas para la conservación de la lagartija pitiusa. Las estrategias actuales incluyen el trampeo intensivo de serpientes, la protección de islotes libres de ofidios, la creación de santuarios urbanos y rurales para lagartijas, y programas de cría en cautividad. La colaboración ciudadana y la educación ambiental son pilares fundamentales en esta batalla, buscando concienciar a residentes y turistas sobre la importancia de su rol en la protección de esta especie emblemática y en la notificación de avistamientos de serpientes para un control más efectivo.
Las islas Pitiusas, formadas por Ibiza, Formentera y sus islotes circundantes, albergan una especie de lagartija endémica conocida por su notable diversidad cromática. Sin embargo, estas poblaciones enfrentan un grave descenso debido a la invasión de serpientes, principalmente la culebra de herradura. Tomás Bosch, jefe del Servicio de Especies del Gobierno de las Islas Baleares, subraya la urgencia de proteger a estas lagartijas, que no solo son el único vertebrado endémico de Ibiza y Formentera, sino que también son cruciales para el ecosistema local. Su singularidad las convierte en reptiles vulnerables, lo que hace que su protección sea un imperativo.
La situación actual es crítica, especialmente en Ibiza, donde la culebra de herradura se ha extendido ampliamente, representando una seria amenaza para las lagartijas, ya que es un depredador muy activo en sus hábitats. Aunque el panorama es sombrío, existen varias acciones que se están llevando a cabo para la conservación y protección de las lagartijas. Esto incluye el control y trampeo de serpientes, el mantenimiento de santuarios naturales en islotes y la creación de refugios en parques y jardines urbanos. También se exploran programas de cría ex situ para futuras reintroducciones, junto con nuevas medidas de bioseguridad para prevenir la entrada accidental de ofidios. La participación ciudadana, los talleres escolares y las campañas de sensibilización son fundamentales para abordar el problema de las serpientes invasoras y proteger esta valiosa especie.
Las autoridades y organizaciones ambientales están implementando diversas estrategias para combatir la amenaza de las serpientes invasoras y proteger a la lagartija pitiusa. El Gobierno de las Islas Baleares, a través del COFIB, ha intensificado las campañas de trampeo y control de ofidios, con cifras significativas de captura anual. La coexistencia se ha convertido en un objetivo realista frente a una erradicación impracticable en Ibiza, mientras que en Formentera, los esfuerzos se centran en contener la expansión de la culebra de escalera. Además, el Decreto Ley 1/2023 ha reforzado las medidas de bioseguridad, regulando la importación de árboles ornamentales y otras cargas comerciales para prevenir nuevas introducciones.
Las medidas de conservación actuales abarcan dos líneas de acción principales: el control de ofidios mediante trampas y la creación de refugios seguros para las lagartijas. Se mantienen miles de trampas en las islas Pitiusas, y se han comprometido fondos significativos para continuar y reforzar estas campañas, con especial atención a los islotes y a las acciones de educación ambiental. Se han impulsado reservas urbanas y refugios artificiales en jardines, con resultados positivos en la estabilidad de las poblaciones de lagartijas. Adicionalmente, proyectos de cría ex situ buscan preservar la diversidad genética y la viabilidad de futuras repoblaciones, siempre en entornos protegidos de los ofidios. La colaboración entre instituciones, entidades conservacionistas y la ciudadanía es clave para revertir la tendencia actual y garantizar un futuro para la lagartija pitiusa.