Aventura y Naturaleza
La Presa de las Tres Gargantas y su Mínimo Impacto en la Rotación Terrestre: Una Perspectiva Científica
2025-07-16

La imponente Presa de las Tres Gargantas, ubicada en China, ha sido objeto de especulación en relación con su influencia en la rotación del planeta. Esta estructura, que se extiende por más de 600 kilómetros y puede albergar un volumen de agua asombroso, equivalente a casi un tercio del Mar Muerto, ha vuelto a ser el centro de atención debido a información errónea difundida en línea. A pesar de su magnitud, la ciencia ofrece una perspectiva clara sobre el mínimo impacto de esta megaestructura en la dinámica de la Tierra, revelando que cualquier alteración es prácticamente indetectable.

El debate resurgió a raíz de una nota de prensa de la NASA de 2005, que mencionaba cómo el llenado de un embalse con 40 kilómetros cúbicos de agua podría extender la duración del día en tan solo 0.06 microsegundos y modificar ligeramente la forma y la inclinación del eje terrestre. Veinte años después, este ejemplo teórico del geofísico Benjamin Fong Chao se ha malinterpretado, dando lugar a afirmaciones exageradas sobre la capacidad de la presa para ralentizar la rotación terrestre.

Para disipar estas dudas, el doctor en Física Javier Santaolalla, colaborador de National Geographic, ha abordado el tema en uno de sus videos. Explica que, aunque la premisa científica contiene un grano de verdad, su aplicación al caso de la presa china es desproporcionada. El principio fundamental es la conservación del momento angular, una magnitud constante que resulta de la combinación del momento de inercia y la velocidad angular. La Tierra gira sobre su propio eje manteniendo este momento angular. Si el momento de inercia (que depende de cómo se distribuye la masa del planeta) cambia, la velocidad angular debe ajustarse para compensar.

Santaolalla ilustra esto con el ejemplo de una bailarina: al acercar sus brazos al cuerpo, reduce su momento de inercia y, consecuentemente, acelera su giro. Aplicado a la Tierra, mover una gran cantidad de masa, como el agua en un embalse, a una mayor altura, incrementa el momento de inercia del planeta, lo que, en teoría, debería desacelerar ligeramente su velocidad de rotación. Sin embargo, la clave reside en la proporción: la masa de agua en la Presa de las Tres Gargantas, por enorme que sea, es insignificante en comparación con la masa total de la Tierra. Por lo tanto, el efecto resultante sobre la duración del día es tan minúsculo que es imposible de medir o percibir.

En su explicación, Santaolalla enfatiza que eventos aparentemente triviales como mover una botella sobre una mesa o construir un castillo de arena también alteran la distribución de la masa terrestre. Sin embargo, estas acciones no tienen un impacto discernible en la rotación del planeta. Este punto es crucial y resuena con lo que Chao, el geofísico de la NASA, intentó comunicar en 2005: cualquier movimiento de masa, desde los cambios estacionales hasta la conducción de un automóvil, afecta la rotación terrestre, aunque de manera immeasurable en la mayoría de los casos. La discusión en torno a la presa china sirve, en última instancia, como un recordatorio de nuestra escala en el universo y la insignificancia de nuestras acciones frente a la inmensidad de los procesos naturales del planeta.

Este caso pone de manifiesto cómo una información con base científica puede ser malinterpretada o magnificada, llevando a conclusiones erróneas. Es esencial comprender la escala de los fenómenos y la relevancia de las magnitudes involucradas antes de sacar conclusiones precipitadas sobre el impacto humano en sistemas tan vastos como el planetario. La Tierra, en su complejidad y tamaño, absorbe estas mínimas variaciones sin que se traduzcan en cambios perceptibles en nuestra vida diaria o en la dinámica a largo plazo del planeta.

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