La grandiosidad de Petra, la \"Ciudad Perdida\", permaneció oculta a los ojos de Occidente hasta su redescubrimiento. Fue el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt quien, en 1812, trajo a la luz esta maravilla para el mundo europeo. Un apasionado conocedor de la cultura árabe, Burckhardt, bajo el nombre de Ibrahim ibn Abdullah, se sumergió en las costumbres locales y se ganó la confianza de las tribus, permitiéndole ser testigo de la monumentalidad del Tesoro de Petra, la antigua capital nabatea, una civilización floreciente en el Medio Oriente desde el siglo IV a.C.
Visitar Petra hoy es un viaje fascinante a través de un sitio que, aunque lleno de visitantes, sigue inspirando asombro. El camino hacia el corazón de la ciudad es una experiencia en sí misma, donde cada giro revela una nueva perspectiva de esta maravilla arqueológica. La inmensidad de sus estructuras y la habilidad de sus constructores antiguos te dejarán sin aliento.
El acceso a Petra se realiza a través del Siq, un desfiladero majestuoso que se extiende por un kilómetro y medio, con paredes rocosas que alcanzan los 80 metros de altura. Este sendero natural, formado por un terremoto milenario, se estrecha en algunos puntos, creando una atmósfera de intriga. A lo largo del Siq, se pueden observar antiguos altares nabateos y relieves que narran la vida comercial de la ciudad. Antes de adentrarse en el cañón, es visible un túnel del siglo I a.C. diseñado para desviar las aguas torrenciales y proteger la urbe. El viaje a través del Siq culmina en una revelación sublime: la primera visión del Tesoro de Petra, una experiencia que conmueve el alma del viajero.
Al-Khazneh, el Tesoro, es la joya de Petra, una fachada imponente de 43 metros de alto y 30 de ancho, excavada directamente en la roca. Su tono rosado, intensificado por la oxidación natural, varía con la luz del día, ofreciendo un espectáculo visual sin igual. Construido en el siglo I a.C. con influencia helenística, se cree que fue una tumba real. Su interior es una sala vacía, posiblemente utilizada para rituales. La contemplación de esta estructura, con sus dos niveles de columnas y detalles escultóricos, es una parada obligatoria. La ubicación estratégica del Tesoro y la forma en que se revela al final del Siq hacen de este encuentro un momento verdaderamente mágico.
Petra es un vasto complejo arqueológico de 900 kilómetros cuadrados, con más de 800 monumentos catalogados. Una sola jornada solo permite una visita superficial. Para una experiencia completa, se recomiendan al menos dos o incluso tres días. Más allá del Siq y el Tesoro, diversas rutas de senderismo permiten explorar rincones menos concurridos y obtener vistas espectaculares.
Una de las excursiones más notables es la que lleva al Monasterio, Al-Deir, encaramado en lo alto de una montaña. El ascenso, que implica subir 800 escalones, es un desafío físico pero recompensa con vistas panorámicas de Wadi Araba. Esta ruta ofrece una perspectiva única de la magnitud y la belleza natural de Petra.
Con una duración aproximada de tres horas, esta ruta parte de las Tumbas Reales y se dirige hacia Al Khubtha. Durante el recorrido, los visitantes pueden admirar la Tumba de la Urna, la Tumba de la Seda, la Tumba Corintia y la Tumba del Palacio. La ruta también incluye paradas en el Ninfeo, la Iglesia Bizantina y el Templo del León Alado, ofreciendo una visión profunda de la arquitectura funeraria y religiosa nabatea.
Esta ruta de una hora ofrece una vista diferente de la salida del Siq, un camino antaño transitado por caravanas comerciales. Es una opción más corta que permite apreciar la intrincada geografía del lugar y su importancia como nudo comercial en la antigüedad.
Partiendo de la Tumba del Palacio en las Tumbas Reales, esta ruta de hora y media (ida y vuelta) ofrece algunas de las vistas más impresionantes de la fachada del Tesoro desde una perspectiva elevada. Es ideal para capturar fotografías espectaculares y apreciar la escala del monumento.
Considerada una de las rutas más exigentes, la de Umm Al Biyara dura aproximadamente cuatro horas. Comienza en el Ninfeo y pasa por el Templo Mayor y la Columna del Faraón antes de culminar en la cima de la montaña Umm Al Biyara. Esta excursión requiere la compañía de un guía y ofrece una experiencia más profunda en el paisaje remoto de Petra.
Más allá de las rutas diurnas, Petra ofrece un espectáculo nocturno inolvidable: Petra de Noche. Los visitantes recorren el Siq y llegan al Tesoro, ambos iluminados por más de dos mil velas y la luz de la luna. Esta experiencia mágica transforma el paisaje, creando una atmósfera etérea y memorable que realza la belleza del lugar al caer el sol.
El costo de entrada a Petra refleja su estatus como una de las principales atracciones de Jordania. El precio para un día es de 50 dinares jordanos (aproximadamente 64 euros), para dos días es de 55 dinares (70 euros), y para tres días, 60 dinares (77 euros). La inversión vale la pena para explorar a fondo este tesoro arqueológico.