El turismo, un motor económico vital para España, se ve impulsado a adoptar un paradigma de desarrollo donde la sostenibilidad es el pilar central. Esta transformación implica no solo minimizar el impacto ambiental, sino también fomentar la inclusión social y asegurar la viabilidad económica a largo plazo. En un evento organizado por la CEOE, Inmaculada Benito, directiva del área de Turismo, Cultura y Deporte, enfatizó que el sector no puede ser sostenible sin ser competitivo, y viceversa. Un equilibrio delicado pero esencial para el progreso.
Inmaculada Benito destacó la capacidad de España para liderar esta transición hacia un modelo turístico más sostenible. Este liderazgo se basa en una estrategia integral que considera la viabilidad financiera, la equidad social, el respeto medioambiental y la innovación tecnológica. Por su parte, Juan Cierco, presidente del Consejo de Turismo de la CEOE, resaltó la complejidad de unificar criterios en un sector tan diverso, pero subrayó la importancia de estos foros para construir una visión compartida. Rosario Sánchez, Secretaria de Estado de Turismo, enfatizó la urgencia de desburocratizar y regular de manera equilibrada, priorizando el bienestar local y la preservación del planeta, sin comprometer la rentabilidad. Afirmó que España, líder en afluencia turística y gasto, debe ser también referente en ejemplaridad, demostrando cómo el turismo puede enriquecer la vida de los ciudadanos.
Álvaro Carrillo, director general del ITH, defendió la sostenibilidad como un principio rector para todas las estrategias del sector, viendo la tecnología como un catalizador clave para su implementación efectiva. Sin embargo, Eva Pastallé, de Viajes Somni y CEAV, reconoció que “viajar no es inherentemente sostenible”, pero propuso medidas para mitigar el impacto, como compensar la huella de carbono, apoyar a las comunidades locales mediante la elección de alojamientos con políticas éticas y sostenibles, o considerar viajes fuera de las temporadas de mayor afluencia. La medición constante del progreso hacia los objetivos de sostenibilidad fue otro punto clave, según Verónica García, CEO del Hotel Orfila.
Un tema recurrente de preocupación fue la sobrecarga regulatoria. Juan Luis Barahona, presidente de Feneval, y Jordi William, presidente de KIM, criticaron la proliferación de normativas que, a su juicio, son ineficaces y poco adaptadas a la realidad del sector. William describió la situación como un “proceso reglamentista, poco eficiente y no adaptado”. Barahona, en particular, expresó su descontento con las recientes restricciones a los vehículos de alquiler en Baleares, advirtiendo sobre sus posibles repercusiones económicas.
El fenómeno de la turismofobia, que ha provocado protestas en algunos destinos, fue abordado con la propuesta de Salou como modelo de éxito. Pere Granados, alcalde de Salou, explicó que su municipio ha superado el concepto de “destino” para adoptar el de “municipio turístico”, centrando la atención en el residente, considerando al turista como un “residente temporal”. Este enfoque ha logrado erradicar la turismofobia en la localidad. Sara Ramis, de Barceló Hotel Group, alertó sobre la amplificación mediática de estos movimientos, mientras que Cristóbal Herrera, de Enterprise Mobility, manifestó su preocupación por la adopción de discursos anti-turismo por parte de algunas administraciones, calificando la situación en Baleares de “muy grave” por la limitación de vehículos y visitantes. Para contrarrestar estas percepciones negativas, Sonia Sánchez, de Iberia, subrayó la importancia de “compartir en positivo” los beneficios del turismo, como su contribución al PIB y al empleo. Fede Fuster, presidente del ITH, reafirmó que el compromiso con la sostenibilidad es un “camino sin retorno”. Sonia Velázquez, de la Secretaría General para el Reto Demográfico, destacó el potencial del turismo gestionado con responsabilidad para revitalizar zonas rurales despobladas, creando oportunidades laborales, especialmente para jóvenes y mujeres.