Acapulco, el célebre destino turístico mexicano, se encuentra sumergido en una compleja situación que afecta directamente a su sector turístico. La notoria ausencia de establecimientos para el cambio de divisas, particularmente dólares, ha creado un obstáculo significativo para los visitantes internacionales. Esta problemática, multifactorial, se gestó durante la pandemia de COVID-19, se agravó tras el devastador paso del huracán Otis y se ha visto profundizada por la implementación de rigurosas normativas destinadas a combatir el lavado de dinero.
La falta de lugares donde los turistas extranjeros puedan convertir sus divisas a la moneda local ha generado un escenario de inconveniencia y limitaciones. Anteriormente, las principales arterias comerciales de Acapulco, como la avenida Costera y el centro de la ciudad, contaban con una infraestructura robusta de casas de cambio. No obstante, estas han desaparecido progresivamente, dejando a los turistas en una posición vulnerable y dificultando sus transacciones diarias y el disfrute de los servicios turísticos.
David Abarca, exsecretario de Turismo municipal y empresario local, ha enfatizado que la disminución del turismo extranjero, influenciada también por las alertas de viaje emitidas por Estados Unidos, contribuyó decisivamente al cierre de estos negocios. Asimismo, el huracán Otis causó estragos en la infraestructura local, afectando la operatividad de diversos servicios, incluidas las casas de cambio. La posterior aplicación de estrictas políticas fiscales y de lucha contra el blanqueo de capitales ha añadido una capa adicional de complejidad, desalentando la reapertura o el establecimiento de nuevas casas de cambio debido a la carga regulatoria y los riesgos asociados.
Esta coyuntura ha tenido un efecto dominó en la economía local. El presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Acapulco (Canaco-Servytur), Alejandro Martínez, ha subrayado cómo las nuevas disposiciones fiscales y la lucha contra el lavado de dinero han sido factores determinantes en la contracción de este sector. La limitada capacidad de los turistas para realizar cambios de moneda ha repercutido en la derrama económica, la cual, según Enrique Castro Soto, presidente de la Canirac, es considerablemente menor en comparación con años anteriores, a pesar de la afluencia de visitantes. Además, se observa una reducción en la duración promedio de las estancias.
Los operadores turísticos también reportan desafíos significativos, especialmente con los turistas que llegan en cruceros, quienes enfrentan dificultades al intentar pagar por servicios al arribar al puerto. La revitalización del sector cambiario está intrínsecamente ligada a un incremento sostenido del turismo internacional. Sin embargo, la situación se complica con la presencia de bloqueos, el auge del comercio informal y la falta de inversión en negocios locales, que impiden la recuperación plena y la competitividad de la oferta turística de Acapulco.
Para Acapulco, superar esta crisis requiere de una estrategia integral que aborde tanto la recuperación de la infraestructura turística como la adaptación a las normativas financieras. La reactivación de las casas de cambio no solo facilitaría la experiencia del turista, sino que también inyectaría vitalidad económica en un puerto que busca con ahínco recuperar su antiguo esplendor como destino de primer nivel.