Cuando el cuerpo sufre una herida, quemadura o cualquier agresión, se activa de forma innata un sistema de defensa conocido como respuesta inflamatoria. Este proceso comienza con la liberación de sustancias químicas, como citoquinas e histamina, que alertan al organismo sobre el daño. Estas señales provocan la dilatación de los vasos sanguíneos, aumentando el flujo de sangre hacia la zona afectada, lo que se manifiesta con hinchazón, calor y dolor, y permite la llegada de células inmunitarias como neutrófilos y macrófagos. Estas células trabajan para eliminar patógenos y reparar tejidos. Sin embargo, si esta respuesta se prolonga indefinidamente, se convierte en inflamación crónica de bajo grado, un estado persistente donde el sistema inmunitario permanece activado sin una amenaza real, causando daño a los tejidos sanos y contribuyendo al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y ciertos tipos de cáncer. La edad avanzada, la obesidad, la inactividad física, una dieta inadecuada y la exposición a tóxicos como el tabaco y el alcohol son factores que potencian este tipo de inflamación dañina.
Mientras que la actividad física moderada es fundamental para mantener la salud, fortalecer huesos y prolongar la vida, el deporte de alta intensidad y las largas horas de entrenamiento en atletas de élite pueden revertir sus beneficios. Este fenómeno, conocido como la “paradoja del atleta de élite”, sugiere que el esfuerzo extremo puede generar un estrés crónico en el cuerpo. Un estudio finlandés de 2023 reveló que esquiadores de fondo de élite presentaban concentraciones de moléculas proinflamatorias hasta 60 veces mayores después de una competición, en comparación con individuos que practicaban ejercicio moderado. Estos hallazgos indican que el alto rendimiento puede inducir un estado de inflamación crónica, afectando negativamente la salud a largo plazo de los deportistas.
Con el avance de la tecnología, la ciencia y el deporte están convergiendo para entender mejor la inflamación. Un ejemplo destacado es la colaboración entre Omniscope, una empresa liderada por Vijay Vaswani, Lynnette Ang y el Dr. Holger Heyn, y el Fútbol Club Barcelona. A través del análisis masivo de células individuales, esta iniciativa pionera busca medir el estado de inflamación en los jugadores, permitiendo la personalización de los planes de entrenamiento, recuperación y nutrición. Esta metodología no solo aspira a optimizar el rendimiento y acelerar la recuperación post-partido o lesión, sino que también considera factores específicos en atletas femeninas, como el ciclo menstrual, reconociendo las diferencias fisiológicas y hormonales que impactan la inflamación y el rendimiento. Esta aproximación individualizada es crucial para detectar variaciones en biomarcadores proinflamatorios y ajustar las cargas de entrenamiento al estado físico de cada deportista, sentando las bases para una gestión de la salud más precisa y efectiva en el deporte de alto nivel.
El conocimiento adquirido a partir del estudio de la inflamación en deportistas de élite tiene un potencial inmenso para aplicarse a la población general. Vijay Vaswani enfatiza que la comprensión de la inflamación crónica de bajo grado en atletas puede extenderse para abordar otras afecciones comunes, como la obesidad y el envejecimiento. El proceso de inmunosenescencia, el envejecimiento natural del sistema inmunitario, hace que las personas mayores sean más vulnerables a infecciones y enfermedades. La meta a largo plazo es desvelar cómo prevenir y potencialmente revertir este envejecimiento inmunitario, poniendo este conocimiento a disposición de todos. Este enfoque integral subraya la importancia de la investigación biomédica en el deporte como un camino para mejorar la salud global, ofreciendo nuevas perspectivas sobre cómo combatir la inflamación y sus efectos perjudiciales a lo largo de la vida.