El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) ha experimentado días de intensa perturbación debido a las lluvias incesantes, lo que ha derivado en un significativo caos operativo y graves inconvenientes para los usuarios. Las recurrentes inundaciones en las pistas han forzado cierres temporales, resultando en la cancelación y desvío de numerosos vuelos, impactando a miles de viajeros. La situación subraya la vulnerabilidad de la infraestructura aeroportuaria ante fenómenos meteorológicos extremos y resalta la urgencia de medidas de contingencia más robustas.
Además de la inmediata interrupción de los viajes, las afectaciones se han propagado, generando una ola de descontento entre los pasajeros que han visto sus planes arruinados. Las consecuencias no se han limitado al AICM, extendiéndose a otras terminales aéreas, como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), donde los vuelos desviados han provocado esperas prolongadas dentro de las aeronaves. Este panorama pone de manifiesto la necesidad de una gestión de crisis más eficaz y de la implementación de soluciones a largo plazo para mitigar los impactos de eventos climáticos adversos en la operatividad aérea.
El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) ha enfrentado un escenario de gran complejidad y disrupción en los últimos días, provocado por las intensas precipitaciones que han azotado la región. Estas condiciones climáticas extremas han llevado a la inundación de las pistas en al menos dos ocasiones, obligando a las autoridades aeroportuarias a suspender las operaciones aéreas. La situación ha desencadenado una cascada de problemas, incluyendo un alto número de cancelaciones de vuelos, significativos retrasos en las salidas y llegadas, y la necesidad de desviar aeronaves a otros destinos.
El impacto directo de esta crisis se ha sentido fuertemente entre los viajeros, con miles de personas varadas en las instalaciones aeroportuarias o con sus planes de viaje completamente alterados. La frustración y el descontento han sido palpables, ya que muchos han experimentado prolongadas esperas, la pérdida de conexiones y la interrupción de eventos importantes como vacaciones o compromisos laborales. Las medidas de emergencia, como el bombeo de agua de las pistas y la posterior normalización gradual de las operaciones, no han podido evitar el daño acumulado, evidenciando los desafíos que enfrenta la infraestructura aeroportuaria ante eventos meteorológicos de tal magnitud.
Las severas lluvias que afectaron la Ciudad de México provocaron una interrupción sin precedentes en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), afectando a casi veinte mil pasajeros en un lapso de tres días debido a demoras, cancelaciones y desvíos. La situación se volvió crítica durante la madrugada, cuando las pistas quedaron inoperables, exigiendo la intervención de personal de emergencia para drenar el agua acumulada. A pesar de los esfuerzos por restablecer la normalidad, el impacto fue considerable, con un gran número de vuelos afectados y un caos que se extendió por varias horas cada día.
La problemática se amplificó al requerir el desvío de algunos vuelos al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), donde los pasajeros reportaron esperas prolongadas dentro de los aviones antes de ser transportados de regreso a la capital. Esta coyuntura ha puesto de manifiesto la necesidad imperante de mejorar la resiliencia de la infraestructura aeroportuaria frente a fenómenos climáticos extremos. Asimismo, se ha hecho evidente la importancia de una coordinación más efectiva entre los distintos aeropuertos y aerolíneas para gestionar estas crisis, minimizando el impacto en los viajeros y asegurando la continuidad de las operaciones aéreas. La experiencia reciente subraya la urgencia de invertir en sistemas de drenaje más eficientes y en protocolos de contingencia que puedan responder de manera ágil y eficaz ante futuras adversidades climáticas.