Un lago salado es una formación hídrica continental cuya principal característica es la elevada presencia de sales disueltas, principalmente cloruro de sodio y otros minerales. Su grado de salinidad supera con frecuencia el 3%, y en ciertas ocasiones, alcanza niveles tan elevados que limitan significativamente el desarrollo de la vida acuática.
Estos lagos se originan en cuencas endorreicas, es decir, depresiones geográficas sin una conexión natural con el mar. En estas formaciones, el agua entrante queda confinada y su única vía de escape es la evaporación, lo que conduce a una acumulación progresiva de sales. Factores como los climas áridos, la escasez de precipitaciones y la intensa radiación solar amplifican este proceso. Ejemplos ilustrativos de este fenómeno son el Mar Muerto en Oriente Medio y el Gran Lago Salado en Estados Unidos.
Aunque comúnmente asociados a zonas desérticas, los lagos salados también se encuentran en regiones frías, como la Antártida, lo que demuestra que su existencia no está condicionada exclusivamente por climas cálidos. En circunstancias en las que la evaporación supera el aporte de agua, estos lagos pueden secarse, dando lugar a los salares, vastas extensiones de terreno blanco que ofrecen paisajes de singular impacto visual.
Más allá de su atractivo natural, estos lagos representan una fuente de recursos estratégicos como el litio, el bórax y la halita, además de proveer productos utilizados en la industria alimentaria y farmacéutica, como la espirulina. Asimismo, son hogar de una biota excepcional, que incluye microorganismos halófilos, algas del género Dunaliella y aves acuáticas migratorias, las cuales han evolucionado para subsistir en un equilibrio ambiental tan frágil como cautivador.
La diversidad geográfica y climática de España favorece la existencia de varios lagos y lagunas saladas distribuidos por toda la península. Estos enclaves, además de su particularidad ecológica, han adquirido relevancia como puntos de interés turístico y científico, vinculados tanto a la observación de aves como a la extracción tradicional de sal. A continuación, se presentan algunos de los más representativos:
En la provincia de Alicante, la Laguna Salada de La Mata se extiende al norte del renombrado Lago Rosa de Torrevieja. Forma parte del Parque Natural de las Lagunas de La Mata y Torrevieja y exhibe una salinidad extremadamente elevada que determina la biodiversidad de su entorno. Este espacio protegido sirve de hábitat a flamencos y otras aves migratorias que encuentran sustento en sus aguas hipersalinas.
En Zaragoza, las Saladas de Chiprana destacan como la única laguna hipersalina permanente de la península ibérica. Su singularidad ecológica reside en la presencia de microorganismos extremófilos, capaces de sobrevivir en un ambiente donde la mayoría de las especies no podrían. Este ecosistema ha sido objeto de numerosos estudios científicos y es considerado un espacio natural de gran valor.
Más al sureste, en Murcia, las Salinas de San Pedro del Pinatar se encuentran junto al Mar Menor y combinan lagunas naturales con estanques artificiales. Históricamente utilizadas para la extracción de sal, hoy constituyen un espacio protegido donde la tradición y la conservación coexisten, además de ser un punto de gran atractivo para el turismo de naturaleza.
En Málaga, la Laguna de Fuente de Piedra es reconocida por albergar la colonia más grande de flamencos comunes de la península ibérica. Sus aguas salinas y fluctuantes convierten este humedal en un punto estratégico para la reproducción y migración de aves acuáticas, consolidándolo como un destino de referencia para la observación ornitológica.
Finalmente, en Zamora, las Lagunas salinas de Villafáfila conforman uno de los humedales salinos más extensos del noroeste español. Su naturaleza estacional provoca variaciones en los niveles de agua según las precipitaciones, pero en los periodos de mayor concentración salina, mantienen un ecosistema adaptado a condiciones extremas.
Estos ejemplos demuestran cómo España, más allá de sus conocidas playas y montañas, ofrece también paisajes salinos de gran interés científico, ecológico y turístico, fortaleciendo el compromiso con un modelo de turismo sostenible que prioriza la conservación de entornos singulares.
Los lagos salados se encuentran dispersos por todos los continentes, dando origen a algunos de los paisajes más emblemáticos del mundo. Desde vastos espejos naturales hasta oasis ocultos en desiertos, estos entornos conjugan un invaluable significado ecológico, científico y turístico. Entre los más destacados se encuentran:
El Mar Muerto (Palestina, Jordania e Israel), ubicado en una depresión a más de 400 metros bajo el nivel del mar, es uno de los lagos más célebres. Su salinidad, cercana al 34%, imposibilita la vida acuática, pero ha transformado sus aguas en un imán natural por su capacidad de mantener a los bañistas a flote sin esfuerzo. Sus depósitos de sales y barros minerales han dado lugar a una larga tradición de uso terapéutico y turístico.
El Lago Salado de Lárnaca (Chipre), muy cerca del aeropuerto internacional, está compuesto por un conjunto de lagunas interconectadas. Aunque gran parte del año está cubierto de costras de sal, en invierno recupera su nivel de agua y se convierte en un punto de encuentro para miles de aves migratorias. Los flamencos rosados son el símbolo más reconocido de este humedal, que fusiona la riqueza natural con la proximidad urbana.
El Lago de Siwa (Egipto), en el corazón del desierto occidental egipcio, el oasis de Siwa es un lugar de gran valor cultural y ecológico. Su lago hipersalino, rodeado de dunas y palmerales, ha sido durante siglos un recurso vital para las comunidades bereberes de la región. Sus aguas extremadamente salinas crean un hábitat singular en medio de un entorno desértico hostil.
Las Salinas de Trapani (Italia), en la costa occidental de Sicilia, constituyen un paisaje donde la naturaleza y la actividad humana se entrelazan desde hace siglos. El sistema de estanques y lagunas, diseñado para la extracción artesanal de sal, ofrece un espectáculo visual al atardecer, cuando las aguas poco profundas reflejan tonalidades rosadas y doradas. Este espacio también sirve de refugio a aves migratorias, como flamencos y garzas.
El Salar de Uyuni (Bolivia), considerado la extensión de sal continua más grande del planeta, abarca más de 10.000 kilómetros cuadrados en el altiplano boliviano. Durante la estación de lluvias, una fina capa de agua convierte su superficie en el mayor espejo natural del mundo, un fenómeno que atrae a viajeros y fotógrafos de todo el planeta. Bajo su superficie se encuentra una de las mayores reservas de litio, lo que añade un valor estratégico a su importancia natural.
La Mar Chiquita (Argentina), en la provincia de Córdoba, es un lago endorreico que puede alcanzar hasta 6.000 km² en periodos de máxima expansión. Su alta salinidad lo convierte en un ecosistema único donde coexisten miles de aves acuáticas, incluyendo flamencos australes, patos y garzas. Mar Chiquita ha sido designado sitio Ramsar, un reconocimiento que subraya su relevancia internacional como humedal protegido.
En los valles secos de McMurdo, en la Antártida, se halla la Laguna Don Juan, considerada el lago más salado del mundo. A pesar de su reducido tamaño, apenas mayor que una piscina, su concentración de sales supera las 400 partes por mil, una cifra muy superior a la del Mar Muerto (aproximadamente 34%). Esta composición, dominada por cloruro de calcio, impide que el agua se congele incluso a temperaturas que pueden descender por debajo de los -50 °C.
El origen de sus aguas ha sido motivo de debate científico durante décadas. Investigaciones recientes sugieren que la humedad de la atmósfera, capturada por las sales del suelo mediante un proceso conocido como delicuescencia, podría ser la principal fuente que alimenta este estanque hipersalino.
Para los investigadores, Don Juan no es solo una rareza natural; es un laboratorio al aire libre que contribuye a la comprensión de cómo puede existir agua líquida en ambientes extremos, con implicaciones directas para la exploración planetaria y la búsqueda de vida en Marte.