Cada año, la publicación 'The World's 50 Best Beaches' desvela su influyente clasificación global de las playas más impresionantes, empleando una metodología de evaluación exhaustiva. Esta valoración combina la perspectiva de más de un millar de expertos e influyentes del sector turístico con criterios rigurosos que van más allá de la simple estética, abarcando la calidad integral de la experiencia playera. Aspectos como la conservación del entorno natural, la rica biodiversidad, la sensación de tranquilidad, la accesibilidad y la ausencia de aglomeraciones son fundamentales para determinar esta selecta lista. En la edición más reciente, Europa ha sorprendido al posicionar ocho de sus costas entre las más destacadas del planeta, desafiando la percepción común de que las playas caribeñas y asiáticas son insuperables. Sorprendentemente, de todas las maravillas costeras españolas, solo una ha logrado hacerse un hueco en este codiciado ranking.
En el corazón de las majestuosas Islas Cíes, un enclave paradisíaco frente a la costa gallega, se erige la Playa de Rodas, la única representante de España en la prestigiosa clasificación internacional de las 50 mejores playas del mundo, ocupando el distinguido puesto número 18. Sus aguas de un turquesa resplandeciente, su arena impoluta de un blanco inmaculado y una extensión de setecientos metros, rodeada por un entorno idílico de frondosos pinares y suaves dunas, le han valido un lugar de honor entre los destinos costeros más deseados para el próximo verano. Este rincón natural, elevado a la categoría de Parque Nacional Marítimo-Terrestre, no solo deslumbra por su sobrecogedora belleza paisajística, sino que también ostenta un compromiso inquebrantable con la sostenibilidad. Para preservar su encanto virgen, especialmente durante la temporada alta, es indispensable realizar una reserva anticipada y acceder a través de un sistema de transporte marítimo controlado desde las pintorescas localidades de Vigo, Cangas o Baiona. La recompensa es un entorno casi prístino, donde la naturaleza se mantiene en su estado más puro, libre de masificaciones, y donde se respira una paz inigualable.
Además de la joya gallega, otras siete playas europeas han brillado en este ranking global. Entre ellas, destacan las perlas italianas como Cala Goloritzé, en Cerdeña, que ha sido coronada como la mejor playa del mundo para 2025. Este santuario costero, de acceso restringido y protegido, es famoso por su imponente pináculo rocoso de 143 metros y sus aguas cristalinas, perfectas para el buceo. También de Italia, la idílica La Pelosa, en Cerdeña, cierra la lista en el puesto 50. Grecia, con tres de sus playas —Fteri Beach (4), Porto Katsiki (36) y Voutoumi Beach (16)—, se consolida como un imán para los veraneantes del Mediterráneo. Francia, con Santa Giulia (46), e Irlanda, con Keem Beach (48), completan la notable presencia europea. La diversidad de estos arenales es asombrosa, abarcando desde calas ocultas entre acantilados y playas de arena blanca y aguas turquesas, hasta paisajes volcánicos y remotos paraísos donde el silencio y la majestuosidad de la naturaleza son los protagonistas indiscutibles. Este año, Europa reafirma su posición no solo como epicentro cultural e histórico, sino también como un destino de playa que puede competir e incluso superar a las clásicas postales caribeñas.
Aunque las icónicas costas caribeñas, con playas como Canto de la Playa en República Dominicana y Grace Bay en Turcas y Caicos, continúan siendo destinos muy atractivos y se mantienen entre los diez primeros puestos del ranking, la clasificación de 2025 revela una tendencia clara hacia la diversificación en el panorama de los destinos playeros mundiales. La inclusión de playas de lugares tan variados como Madagascar, Sri Lanka, Costa Rica o Yemen en este prestigioso top 50 subraya un cambio en las preferencias de los viajeros, quienes cada vez más buscan experiencias auténticas y entornos naturales impolutos. Este fenómeno sugiere que el turismo de playa está evolucionando, impulsado por una creciente conciencia sobre la importancia de la conservación y la búsqueda de una conexión más profunda con la naturaleza. Para los amantes de la costa, esta diversificación ofrece un abanico de posibilidades fascinantes, animándolos a explorar nuevos horizontes y a descubrir tesoros escondidos que trascienden las postales tradicionales.