Un equipo de investigadores, bajo la dirección del egiptólogo Dorian Vanhulle del Museo Malgré-Tout de Bélgica, ha hecho un descubrimiento significativo cerca de Asuán, en la primera catarata del Nilo. Han desenterrado un fascinante panel grabado en roca que exhibe una embarcación elaboradamente adornada, siendo tirada por cinco figuras, mientras que una sexta, erguida, la impulsa con un remo.
Según las interpretaciones de Vanhulle, este grabado podría ser una representación de un personaje de alto rango que formó parte de la élite gobernante durante la Dinastía I (3000-2890 a.C.), un periodo crucial en la consolidación del estado faraónico. Esta dinastía, junto con la Dinastía II, conforma el Período Arcaico o Tinita, denominado así por la procedencia de sus soberanos de Tinis, una ciudad cercana a Abidos, en el Alto Egipto. Un detalle que ha capturado la atención del equipo es la figura central, que aparece sentada en lo que se ha identificado como un palanquín, un objeto que simbolizaba el estatus y estaba reservado únicamente para individuos de elevada jerarquía.
Los expertos han notado que la figura principal presenta una barbilla ligeramente alargada, sugiriendo el uso de una barba postiza similar a las que adornaban a los soberanos egipcios de la Dinastía I. Vanhulle plantea la hipótesis de que esta podría ser una de las primeras representaciones de un gobernante o noble que vivió durante o después de la unificación de Egipto. La unificación de Egipto, un tema aún debatido entre los investigadores, se cree que tuvo lugar al final del cuarto milenio a.C., culminando con el reinado de Narmer, cuya identidad sigue siendo objeto de discusión, aunque la teoría predominante lo equipara con el faraón Menes, el unificador de la nación. El arte rupestre del Bajo Valle del Nilo, según Vanhulle, tiene el potencial de iluminar las formas iniciales del poder político y cómo el entorno natural era empleado para expresar y consolidar la autoridad, a pesar de la escasez de ejemplos pertinentes.
Además, los investigadores subrayan que uno de los aspectos más intrigantes del grabado es la presencia de la embarcación, un motivo recurrente en el arte predinástico y protodinástico (aproximadamente entre 5300-3000 a.C.). Vanhulle explica que en los periodos anteriores a la formación del Egipto faraónico, la embarcación no solo funcionaba como medio de transporte, sino que estaba cargada de significados ideológicos y simbólicos complejos. Para determinar la antigüedad de este panel, Vanhulle comparó su estilo con otras representaciones de barcos halladas en cerámicas y paletas ceremoniales. Los resultados de su investigación, publicados en la revista Antiquity, indican que este panel fue creado en el preciso momento en que Egipto iniciaba su consolidación como estado.
Vanhulle concluye que este panel aporta una pieza crucial al rompecabezas de los grabados existentes, contribuyendo a una mejor comprensión del rol del arte rupestre en los acontecimientos fundamentales que llevaron a la formación del estado egipcio. Estas composiciones, según el egiptólogo, se convirtieron en un medio utilizado por las autoridades para comunicarse, demarcar el territorio y consolidar su dominio, actuando como una poderosa herramienta visual de autoridad y cohesión social.