La industria turística cubana atraviesa un período de marcada dificultad, con cifras que revelan una disminución notable en la afluencia de visitantes durante la primera mitad de 2025. Aunque se había apostado fuertemente por la llegada de turistas rusos, este segmento ha sufrido una caída precipitada, superando incluso la reducción de viajeros provenientes de Estados Unidos. Estos resultados negativos se suman a una contracción general del 25.9% en el número de visitantes canadienses, históricamente el principal mercado para la isla.
Este descenso en la actividad turística se produce en un momento de particular fragilidad para la nación caribeña, que enfrenta una severa crisis caracterizada por prolongados cortes de energía que pueden extenderse hasta 20 horas diarias. La combinación de estos factores ha llevado a expertos económicos a calificar la situación como \"desastrosa\". Las autoridades, por su parte, reconocen que el sector se encuentra en su punto más bajo desde 2001, exceptuando los años de la pandemia. En este complejo escenario, la recuperación de la conectividad aérea con Latinoamérica y la mejora en la calidad y diversidad de la oferta de servicios turísticos se presentan como desafíos prioritarios para reimpulsar la industria.
A pesar de las adversidades, la situación actual presenta una oportunidad crucial para la transformación y el fortalecimiento del turismo cubano. La resiliencia demostrada a lo largo de la historia, sumada a la riqueza cultural y natural de la isla, son pilares fundamentales sobre los que se puede construir un futuro más próspero. Es esencial que se implementen estrategias innovadoras que no solo busquen atraer nuevos mercados, sino que también se centren en ofrecer experiencias de alta calidad y sostenibles, promoviendo así un desarrollo turístico que beneficie a la comunidad local y preserve el encanto único de Cuba para las futuras generaciones.