Hammamet, una ciudad emblemática en la costa tunecina, se ha consolidado como un destino turístico de primer orden, atrayendo a visitantes en busca de sol, arena y una rica inmersión cultural. Desde su auge en los años 70, esta localidad ha sabido combinar la modernidad de sus resorts con la autenticidad de su patrimonio, ofreciendo una experiencia de viaje diversa y enriquecedora. Es un punto de partida excepcional para adentrarse en las maravillas de Túnez, desde la historia milenaria hasta la vida local vibrante.
Además de sus atractivos costeros y la infraestructura hotelera de lujo, Hammamet sirve como base estratégica para excursiones a lugares de interés cercanos como el pintoresco Sidi Bou Said o la impresionante ciudad romana de El Jem, sin olvidar la histórica Kairouan. La ciudad misma es un tesoro por descubrir, con su antigua medina que invita a perderse entre callejuelas llenas de arte y tradición. Este equilibrio entre lo moderno y lo ancestral define la esencia de Hammamet, haciendo de cada visita una aventura única.
Hammamet, el enclave turístico por excelencia de Túnez, se distingue por su excepcional oferta de sol y playa, equiparable a destinos mediterráneos de renombre. La ciudad ha florecido alrededor de sus costas de fina arena, donde se erigen majestuosos hoteles de lujo y amplios resorts, diseñados para satisfacer las expectativas de los viajeros más exigentes. Este desarrollo comenzó en la década de 1970 y ha continuado evolucionando, consolidando a Hammamet, junto con Susa y la isla de Djerba, como pilares fundamentales del sector turístico en el norte de África.
La zona de Yasmine Hammamet, una extensión más reciente de la ciudad, es un ejemplo claro de esta visión turística moderna. Aquí, los visitantes pueden disfrutar de un puerto deportivo bullicioso, ideal para excursiones marítimas, y de una 'medina nueva' que, lejos de ser tradicional, es un centro comercial contemporáneo repleto de tiendas y restaurantes. La popularidad de Hammamet se extiende incluso a la población local, quienes la eligen como un escape de fin de semana, destacando su ambiente vibrante y su capacidad para ofrecer tanto relajación como entretenimiento.
El verdadero encanto de Hammamet reside en su medina tradicional, un laberinto amurallado que se alza majestuoso a orillas del mar, encapsulando siglos de historia y cultura. Flanqueada por una Kasbah del siglo XV, construida sobre fortificaciones aún más antiguas, esta medina es un testimonio viviente del pasado de la ciudad. A diferencia de otros zocos más comerciales, la medina de Hammamet es un espacio residencial vibrante, donde la vida cotidiana se entrelaza con pequeñas tiendas de artesanías y souvenirs que se asoman en sus estrechas y pintorescas callejuelas.
Pasear por la medina es una experiencia sensorial, donde los muros blancos contrastan con las coloridas puertas de madera de las casas, cada una contando su propia historia. Aquí se pueden encontrar 'hammams', baños públicos que dan nombre a la ciudad, y talleres de artistas locales que exponen y venden sus creaciones. Un punto culminante es la terraza del café Bab Sidi Bouhdid, un lugar icónico para disfrutar de un té y dulces árabes mientras se admira una puesta de sol sobre el mar, una tradición que inmortalizó incluso a artistas como Paul Klee.