La fascinante inteligencia de los delfines se manifiesta en diversas formas, incluyendo sus ingeniosas estrategias para obtener alimento. Desde el encierro colectivo de peces hasta el uso de sonidos para la ecolocalización, estos cetáceos demuestran una notable adaptabilidad. Sin embargo, un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Georgetown y la Universidad de Curtin en Australia ha puesto el foco en una técnica de caza particularmente inusual: el \"esponjado\". Esta práctica ha sido observada en la subespecie de delfines del Indo-Pacífico, específicamente en las aguas de Shark Bay, Australia.
El \"esponjado\" implica que los delfines desprenden esponjas marinas y las portan en su hocico, utilizándolas para remover el fondo oceánico y desenterrar peces camuflados. Una vez localizada la presa, sueltan la esponja, ingieren el pez y luego recuperan su herramienta. Además de facilitar la captura de alimento, las esponjas ofrecen protección contra objetos afilados y criaturas venenosas presentes en el lecho marino. Curiosamente, a pesar de sus beneficios, esta técnica es adoptada por solo el 5% de la población de delfines. Una de las razones principales es que el uso de la esponja interfiere con su sistema natural de ecolocalización, esencial para su navegación y detección de presas. Esta distorsión representa un costo significativo que va en contra de sus habilidades innatas.
La adquisición de esta compleja técnica de caza también presenta desafíos. A diferencia de otras habilidades sociales, el \"esponjado\" es una práctica solitaria. Por ello, su transmisión se da de manera vertical, de madres a crías, durante un prolongado período de dependencia que dura aproximadamente cuatro años. Las hembras, en particular, dedican más tiempo al dominio de esta herramienta. Este proceso de aprendizaje extendido y la alteración de su ecolocalización explican por qué esta estrategia de forrajeo, aunque única y sofisticada, no es adoptada por la mayoría de la población de delfines. La investigación subraya cómo estos animales demuestran una notable capacidad de innovación, incluso cuando ello implica comprometer temporalmente sus sentidos naturales en pos de la supervivencia y la eficiencia en la obtención de recursos.
Este comportamiento de los delfines nos enseña que la innovación y la adaptación son fuerzas poderosas en la naturaleza. A menudo, el progreso surge de la voluntad de experimentar y de superar los propios límites, incluso si eso significa desafiar lo convencional. La capacidad de estos delfines para aprender y transmitir una habilidad tan compleja de generación en generación es un testimonio de la resiliencia y la inteligencia inherente al reino animal. Nos inspira a buscar soluciones creativas y a perseverar en el aprendizaje, reconociendo que a veces el camino menos transitado puede conducir a descubrimientos sorprendentes y a nuevas formas de prosperar.