Las playas de la provincia de Cádiz están experimentando una situación inusual este verano, caracterizada por la acumulación masiva de algas en sus costas. Esta invasión está generando serias preocupaciones entre residentes, turistas y pescadores, y representa una amenaza significativa para la diversidad biológica marina de la región. El Ayuntamiento de Cádiz ha reportado la retirada de más de 1.200 toneladas de la especie invasora Rugulopteryx okamurae solo en la popular playa de La Caleta. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, la plaga se renueva diariamente, cubriendo extensas áreas de arena y haciendo que la experiencia de bañarse en el mar sea desagradable. José Carlos Teruel, un portavoz de las playas, ha calificado la situación como una \"catástrofe ambiental\", expresando la abrumadora magnitud del problema.
La presencia de esta alga no se limita a Cádiz. Su distribución abarca desde Cabo de Gata en Almería hasta Puerto Sherry en Cádiz, según información proporcionada por la Junta de Andalucía. Las autoridades han elaborado un plan de gestión debido a la imposibilidad de erradicarla de forma natural. La Rugulopteryx okamurae fue identificada por primera vez en aguas españolas en Ceuta en 2015, y desde entonces se ha diseminado rápidamente por localidades como Tarifa, Mijas y Sancti Petri. Curiosamente, su origen natural se encuentra en las aguas de China, Corea, Japón, Taiwán y Filipinas. Su llegada al Mediterráneo se remonta a 2002 en la laguna de Thau, Francia, vinculada al comercio de ostras importadas de Corea. En la actualidad, su impacto se extiende a las costas de Marruecos, Francia y Portugal.
Los efectos de la Rugulopteryx okamurae son multifacéticos. El Ministerio para la Transición Ecológica de España (MITECO) ha documentado que los impactos económicos están estrechamente relacionados con el sector pesquero y los costos asociados a la limpieza de las algas en las playas, lo cual recae en los municipios. Otros sectores, como el buceo recreativo, también se ven afectados. Este alga, categorizada como invasora por el MITECO, compite con especies autóctonas, como las algas fotófilas y los corales, alterando el equilibrio del ecosistema. Se adhiere a las estructuras rocosas, destruyendo la biodiversidad local y afectando motores económicos vitales como la pesca, la biotecnología y la economía azul, según Ana María Sanjuán, delegada de Desarrollo Sostenible de Cádiz. El MITECO ya en 2022 había advertido que el impacto ambiental de esta alga en los fondos marinos españoles carecía de precedentes, subrayando la urgencia de una estrategia nacional para su gestión, control y posible erradicación.
La gravedad de la situación ha llevado a alcaldes de varios municipios de la Costa del Sol a solicitar conjuntamente recursos adicionales para combatir esta invasión, que califican de cada vez más crítica. La alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, ha destacado el incremento exponencial de algas recogidas. En los primeros seis meses de este año, Marbella ha retirado 4.500 toneladas, superando las 2.500 toneladas de todo el año 2024. Desde 2019, la cifra total asciende a 10.530 toneladas, lo que ha generado un costo de más de 1.2 millones de euros para el ayuntamiento en labores de retirada y tratamiento. Esta alarmante tendencia subraya la necesidad de una respuesta coordinada y sostenida para mitigar los efectos de esta persistente amenaza ambiental.