Una reciente evaluación de Altroconsumo revela una escalada significativa en los costos asociados al disfrute de las playas italianas. El alquiler promedio de una sombrilla y dos tumbonas durante el fin de semana se sitúa entre 32 y 35 euros diarios. Aunque el incremento interanual promedio es del 5%, la comparación con hace cuatro años muestra un preocupante aumento del 17%. Stefano Salvetti, de Adiconsum y Mare Libero, describe esta situación como un indicativo claro del encarecimiento generalizado, donde el acceso a la playa se transforma en un privilegio para unos pocos, alejándose de ser una experiencia universalmente disfrutable.
Pilar, una visitante española, compartió su vivencia desalentadora en la célebre playa de La Pelosa, Cerdeña. Para acceder, su familia tuvo que abonar 3,5 euros por persona y reservar a través de una aplicación. A pesar del control de aforo, la playa se encontraba extremadamente concurrida, lo que sugiere que la medida respondía más a criterios recaudatorios que medioambientales. Además, se impusieron reglas inusuales, como el uso obligatorio de esterillas en lugar de toallas y la prohibición de que los niños jugaran con cubos y palas, lo que incentivaba la compra de esterillas a vendedores ambulantes. La presencia de personal de seguridad vigilando los accesos y expulsando a quienes no portaban la identificación de pago añadió una capa de rigidez. A pesar de la belleza natural del lugar, la masificación impidió una experiencia verdaderamente placentera.
El constante aumento de los precios en las playas italianas, unidas a las intensas olas de calor, está modificando las preferencias de los turistas. Un número creciente de italianos opta ahora por destinos de montaña para sus vacaciones. Esta tendencia ya se refleja en las estadísticas de algunas regiones: Emilia-Romaña ha visto una disminución del 2,8% en visitantes y un 2,9% en pernoctaciones, mientras que la Toscana ha experimentado una caída del 20% en afluencia turística en julio de 2025 en comparación con el mismo mes del año anterior. En el Lacio, las playas registran alta ocupación los fines de semana, pero permanecen notablemente vacías durante la semana, señal de una tendencia negativa en zonas costeras. El Observatorio de Assobalneari-Confcommercio atribuye esta disminución del 15% en julio al encarecimiento de los servicios playeros y a la búsqueda de climas más frescos.
Ignacio Vasallo, exdirector de Turespaña, resalta una diferencia clave entre los modelos turísticos de España e Italia: la privatización de las playas italianas. De los 8.000 kilómetros de costa italiana, 3.325 están bajo concesión privada, abarcando las zonas más idóneas para el baño. Esta situación contrasta con el modelo español de playas públicas, lo que podría explicar por qué solo una cuarta parte de los turistas en Italia se dirigen a la costa, frente a dos de cada tres en España. El origen de estas concesiones se remonta a la posguerra, habiéndose transmitido en muchos casos de forma hereditaria. A pesar de que las costas son propiedad estatal, la gestión de las concesiones recae en los municipios. La Unión Europea ha intentado, desde 2006 con la directiva Bolkestein, fomentar la competencia y liberalizar este sector, pero los sucesivos gobiernos italianos han retrasado repetidamente la aplicación de estas medidas, ignorando las insistentes llamadas de la UE y numerosas sentencias judiciales.