Los proyectos de gran envergadura iniciados por la administración pasada en México presentan resultados económicos muy distintos, evidenciando el éxito de unos frente a las dificultades de otros. Un claro ejemplo de esta divergencia es el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), que ha logrado consolidar su posición financiera alcanzando la rentabilidad por más de un año y medio. En contraste, el Tren Maya, a pesar de la considerable inversión pública, continúa registrando pérdidas significativas, lo que plantea interrogantes sobre su sostenibilidad a largo plazo.
En el caso del Tren Maya, que ha recibido una inyección de capital superior a los 500 mil millones de pesos, las cifras del primer semestre del año revelan una brecha considerable entre sus ingresos y gastos. Los datos financieros indican que, si bien se obtuvieron 611.4 millones de pesos en ingresos durante el segundo trimestre, los gastos ascendieron a más de 2.600 millones de pesos. Similarmente, en el primer trimestre, los ingresos fueron de 119.9 millones de pesos frente a gastos de 1.655.3 millones de pesos. Un experto del Tec de Monterrey, Manuel Valencia, señala que uno de los obstáculos principales para el Tren Maya es la fuerte competencia en el transporte a lo largo de la Península de Yucatán, lo que desalienta a los turistas, especialmente a los visitantes extranjeros que suelen concentrarse en destinos como Cancún o Tulum, a optar por el tren como medio de desplazamiento.
Por otro lado, el AIFA ha demostrado ser un modelo de eficiencia financiera. Al finalizar el primer semestre del año, el aeropuerto reportó ganancias por 414.9 millones de pesos, con ingresos por ventas y servicios que superaron los mil 426.4 millones de pesos, un incremento de casi el 26% respecto al año anterior. A pesar de un aumento del 13.6% en sus gastos, el aeropuerto ha mantenido su autosuficiencia económica desde el primer trimestre del año pasado. Valencia atribuye esta rentabilidad en gran medida al traslado de las operaciones de carga desde el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), lo que ha impulsado significativamente sus ingresos. Estas dinámicas financieras ponen de manifiesto la importancia de una planificación estratégica y una adaptación al mercado para asegurar el éxito de grandes infraestructuras.
La trayectoria de estos megaproyectos en México nos enseña que la inversión por sí sola no garantiza el éxito; la viabilidad operativa y la capacidad de adaptación a las condiciones del mercado son cruciales. Es fundamental que, en la planificación y ejecución de futuras obras, se realicen estudios de mercado exhaustivos y se implementen estrategias que aseguren su sostenibilidad económica. El camino hacia un desarrollo infraestructural sólido y próspero requiere una visión que anticipe los retos, fomente la innovación y promueva el equilibrio entre la inversión pública y la eficiencia operativa, buscando siempre el bienestar y el progreso colectivo de la sociedad.