La actividad turística en Quintana Roo ha demostrado una notable resiliencia y crecimiento durante la pasada temporada de verano. La Secretaría de Turismo del estado, Sedetur, ha confirmado que las proyecciones de afluencia de visitantes se cumplieron, atrayendo a más de dos millones de turistas al vibrante Caribe mexicano. Este desempeño no solo superó las estimaciones de visitantes, sino que también se tradujo en una significativa inyección económica para la región, reafirmando la posición del destino como un pilar fundamental en la industria turística.
El informe detallado por Bernardo Cueto Riestra, al frente de la Sedetur, puso de manifiesto un logro importante en la captación de viajeros, con una cifra que se acercó a los 2.2 millones de arribos, y una derrama económica que sobrepasó los 1.991 millones de dólares. A pesar de estos indicadores positivos, la ocupación hotelera se situó en un promedio del 69%, lo que implicó que una proporción considerable de las habitaciones hoteleras, más del 30%, no fueron utilizadas. Este escenario, si bien sugiere un margen de mejora en la optimización de la capacidad instalada, no empaña el éxito general de la temporada.
Cueto Riestra enfatizó que los datos preliminares recolectados hasta la fecha son altamente alentadores. Se observa un incremento en el gasto promedio por visitante, lo cual se alinea con las estrategias implementadas para atraer a un segmento de turismo con mayor poder adquisitivo. Este aumento en el gasto se ve reflejado directamente en las arcas del estado, particularmente en la recaudación del impuesto al hospedaje. Durante los primeros seis meses del año en curso, este tributo experimentó un ascenso superior al 17% en comparación con el mismo lapso del año anterior, un claro indicio de la robustez del sector.
El funcionario también subrayó que ni las vicisitudes del entorno global ni la problemática recurrente del sargazo lograron mermar significativamente el flujo turístico hacia Quintana Roo. La capacidad del estado para sortear estos desafíos externos y mantener su atractivo para los viajeros ha sido un factor clave. Con la temporada de verano concluida, las autoridades y el sector privado ya dirigen su mirada hacia la próxima temporada de invierno, identificando en el turismo de bodas y en los eventos de convenciones oportunidades estratégicas para compensar la tradicional baja de afluencia durante el otoño.
La situación de la ocupación hotelera anual, que rara vez excede el 80% en Quintana Roo, fue previamente explicada por Cueto. Esta cifra, lejos de ser un síntoma de estancamiento, se interpreta como una señal de la constante expansión y desarrollo de la infraestructura turística del estado. La continua inversión en nuevos complejos hoteleros y servicios se traduce en una mayor oferta de habitaciones, lo que, paradójicamente, puede influir en las tasas de ocupación sin necesariamente indicar una disminución en la demanda general o en el número absoluto de visitantes. Este fenómeno resalta una dinámica de crecimiento y diversificación en el mercado turístico de la región.
En síntesis, Quintana Roo ha demostrado una vez más su solidez como destino turístico de primer orden, alcanzando sus objetivos de afluencia y superando las expectativas en términos de derrama económica y recaudación fiscal. La gestión eficiente y la adaptabilidad ante los desafíos han sido cruciales, permitiendo al estado consolidar su posición y mirar con optimismo hacia las futuras temporadas, con un enfoque claro en la maximización de la rentabilidad y la continua expansión de su oferta turística.