Más allá de la renombrada tradición vinícola que caracteriza a La Rioja, se desvela un tesoro natural y cultural a menudo ignorado: la comarca de Cameros. Esta región, marcada por una geografía escarpada y una historia ancestral vinculada a la trashumancia, emerge como un refugio idílico para quienes buscan sumergirse en la serenidad de sus paisajes boscosos y la autenticidad de sus núcleos rurales. Desde frondosos hayedos y robledales que tiñen el otoño de colores vibrantes hasta profundos desfiladeros esculpidos por ríos cristalinos, Cameros promete una experiencia inmersiva para el viajero que anhela la conexión con la naturaleza y las raíces de la España rural. Las rutas de senderismo invitan a explorar cada rincón, mientras que sus pueblos, con su arquitectura tradicional de piedra, susurran historias de antaño, convirtiendo cada visita en un viaje inolvidable.
En el corazón de La Rioja, al sur y lindando con la provincia de Soria, se extiende la fascinante comarca de Cameros, un destino que va más allá del enoturismo para ofrecer una inmersión completa en la naturaleza y la cultura rural. Este rincón geográfico, cuyo nombre evoca sus «lugares elevados», revela una topografía montañosa y valles profundos, testigos de una rica historia que se remonta a la época prerromana. Los romanos dejaron su huella con calzadas y puentes, y la Edad Media floreció con la influencia de monasterios como el de San Prudencio. Sin embargo, fue a partir del siglo XIII, con la instauración de la Mesta, cuando Cameros forjó su identidad ganadera y trashumante, llegando a albergar vastas cabañas de ovino, especialmente en Villoslada y Lumbreras. Aunque la desaparición de la Mesta en el siglo XIX provocó un declive demográfico y económico, la esencia de esta tradición perdura, atrayendo a quienes buscan la tranquilidad y la belleza agreste de sus paisajes.
Para el viajero que llega desde la vibrante Madrid, el acceso a Cameros se realiza por la Nacional 111, que atraviesa el majestuoso Puerto de Piqueras, puerta de entrada al Parque Natural Sierra de Cebollera. Se recomienda iniciar la aventura en la oficina de turismo de Pradillo, donde expertos locales ofrecen orientación personalizada para descubrir los tesoros de la región. La comarca se divide en dos valles principales, separados por la Sierra del Camero Viejo, cada uno con sus propias maravillas naturales.
Desde la imponente Logroño, la entrada al Valle de Camero Nuevo se presenta a través de las espectaculares Peñas de Viguera. Un mirador en el pueblo homónimo ofrece vistas panorámicas inigualables de este conjunto rocoso. Por otro lado, en el Valle de Camero Viejo, el impresionante Cañón del río Leza, un desfiladero de siete kilómetros, invita a recorridos vehiculares o, para los más aventureros, a caminatas por sus alturas desde la Ermita de la Virgen del Cortijo. Este lugar también es famoso por la última fábrica de los tradicionales mazapanes de Soto. Una ascensión al pueblo de Trevijano, a 1.000 metros de altitud, recompensa con panorámicas aún más amplias y la oportunidad de apreciar la artesanía textil local.
La joya de la corona natural de Cameros es el Parque Natural Sierra de Cebollera, que abarca 23.000 hectáreas y alcanza altitudes de hasta 2.262 metros. Este santuario de la biodiversidad alberga bosques milenarios de hayas y robles, ríos serpenteantes y cascadas impresionantes, hogar de una rica fauna que incluye corzos, jabalíes, águilas y buitres. Es el paraíso del senderismo, con rutas emblemáticas como el Sendero de las Cascadas de Puente Ra y el Sendero del Parque de Esculturas, ambos circulares y con la Ermita de la Virgen de Lomos de Orios como punto de partida ideal. Esta ermita, una estructura del siglo XVII, esconde su iglesia dentro de la vivienda del santero, y es el epicentro de la tradicional fiesta de la Caridad cada primer domingo de julio, una celebración arraigada en la historia trashumante de la región.
Entre los pintorescos pueblos de Cameros, Torrecilla de Cameros se erige como la capital comarcal y su núcleo más poblado. Rasillo, por su parte, se consolida como un centro turístico vibrante, gracias a su embalse que ofrece actividades náuticas estivales y una amplia oferta de casas rurales. Para quienes buscan la esencia de la arquitectura rural y rincones de cuento, Villoslada de Cameros, dentro del Parque Natural Sierra de Cebollera, es un destino encantador, que tradicionalmente ha atraído a cazadores, pescadores y veraneantes. Desde allí, las Cascadas del Ra y la ermita de Lomos de Orios son fácilmente accesibles. Aldeanueva de Cameros, en el municipio de Villanueva de Cameros, es otro rincón idílico. Sus casas de piedra, meticulosamente restauradas, la han convertido en un destino de agroturismo predilecto durante el verano, con una iglesia parroquial del siglo XVI y la barroca ermita de Santa Ana del siglo XVIII. Finalmente, Ortigosa de Cameros, enclavada en la ladera de un cerro junto al río Albercos, ofrece vistas espectaculares desde su viaducto y la oportunidad de explorar las Cuevas de Ortigosa, las únicas cuevas de La Rioja acondicionadas para el turismo, que revelan fascinantes formaciones geológicas.
Para profundizar en la arraigada tradición de la trashumancia, el Centro de Interpretación de la Trashumancia, ubicado en la Venta de Piqueras, es una visita obligada. Este espacio, junto a la Ermita de la Luz, exhibe objetos cotidianos de los pastores, desde sus cabañas portátiles hasta herramientas antiguas, complementado con audiovisuales que ilustran la vida trashumante. La Venta de Piqueras, que desde el siglo XVI sirvió de refugio a viajeros y pastores, sigue siendo un lugar de encuentro, donde cada año se celebra una festividad con un mercado y la tradicional entrega de pan y carne de oveja, un legado vivo del pasado ganadero de Cameros.
En resumen, la comarca de Cameros, situada a menos de una hora al sur de Logroño y a media hora al norte de Soria, se presenta como un destino turístico completo que combina la riqueza natural, la historia milenaria y las tradiciones vivas de La Rioja.
Como periodista y lector, esta inmersión en la comarca de Cameros me revela la profunda interconexión entre el entorno natural y la identidad cultural de un lugar. Es inspirador ver cómo una región, a pesar de los desafíos históricos como el declive demográfico tras el fin de la Mesta, ha sabido reinventarse y preservar su patrimonio. Cameros no es solo un conjunto de paisajes pintorescos; es un testimonio vivo de la resiliencia humana y la sabiduría ancestral, donde la trashumancia ha moldeado no solo el paisaje, sino también las tradiciones y el carácter de sus gentes. Esta comarca nos recuerda la importancia de valorar y proteger aquellos espacios donde la naturaleza y la historia se abrazan, ofreciendo una experiencia auténtica y enriquecedora que va más allá de lo meramente turístico. Es un llamado a la reconexión con nuestras raíces, con la tierra y con las historias que nos definen.