Sumo, un majestuoso tigre de Bengala con pelaje blanco inmaculado, se relaja en el Parque Safari de Pasuruan, Indonesia. Este particular color no es común y se origina por una alteración genética conocida como albinismo, que interfiere con la producción de pigmentos en su piel y pelaje. Este fenómeno es el reverso del melanismo, el cual resulta en una pigmentación oscura, como se observa en ciertos leopardos que parecen casi completamente negros.
En el entorno salvaje, estas variaciones genéticas, aunque estéticamente impactantes, pueden representar serias dificultades. Los animales albinos, aunque son una maravilla en parques zoológicos y reservas, enfrentan desventajas considerables en su hábitat natural. La falta de un camuflaje adecuado los expone tanto a depredadores como a presas, comprometiendo su capacidad para cazar o esconderse. Además, suelen ser más susceptibles a problemas de salud inherentes a su condición genética. Estas coloraciones atípicas a menudo surgen de la endogamia en grupos aislados o en cautiverio, lo que, a su vez, disminuye la variedad genética y la capacidad de adaptación de la especie. A pesar de su innegable atractivo visual, estos casos son excepciones raras en un mundo donde la eficiencia y la discreción son cruciales para la supervivencia.