La aerolínea canadiense, una de las más grandes del país, se ha visto obligada a paralizar por completo sus operaciones debido a la continuación de una importante huelga de sus asistentes de vuelo. A pesar de que las autoridades canadienses habían dictaminado la ilegalidad de esta medida de fuerza y ordenado el regreso inmediato a las actividades, el sindicato de los tripulantes de cabina ha desafiado abiertamente esta disposición, alegando su carácter inconstitucional. Esta situación, que ha afectado a cientos de miles de viajeros, ha sumido a los aeropuertos en un estado de desorden y ha llevado a la compañía aérea a revisar sus perspectivas económicas para el futuro.
Durante la jornada del lunes, Air Canada, la principal aerolínea de la nación norteamericana, se encontró en una situación crítica con la suspensión total de sus servicios. Esta paralización se originó por la firme decisión de sus aproximadamente 10,000 tripulantes de cabina, representados por el Sindicato Canadiense de Empleados Públicos (CUPE), de prolongar su paro laboral. Esta postura desafía directamente la orden gubernamental de reincorporación a sus puestos de trabajo, una directriz emitida tras la declaración de ilegalidad de la huelga por parte del Consejo de Relaciones Industriales de Canadá (CIRB), que exigía la vuelta a las operaciones a las 12:00 de ese mismo día (18:00 en España).
Originalmente, Air Canada había planificado reanudar cerca de 300 vuelos el domingo, confiando en la intervención gubernamental para resolver el conflicto. No obstante, la persistencia de la huelga la forzó a cancelar vuelos por segundo día consecutivo. Se estima que, desde el inicio de las cancelaciones preventivas el 16 de agosto, más de 500,000 pasajeros se han visto directamente perjudicados por esta situación.
En un movimiento estratégico, CUPE anunció su intención de solicitar al Tribunal Federal una suspensión de la orden de mediación y el aplazamiento de la implementación de la directriz gubernamental de fin de huelga, argumentando que las instrucciones recibidas son “inconstitucionales” y buscando un pronunciamiento judicial sobre su validez legal.
El conflicto laboral se desató el sábado, tras ocho meses de infructuosas negociaciones para la firma de un nuevo convenio colectivo. El sindicato ha subrayado la desproporción entre el modesto aumento del 10% en el salario base de los tripulantes de cabina en los últimos 25 años, frente a un incremento del 169% en la inflación durante el mismo período. Además, los empleados denuncian la falta de remuneración por el tiempo dedicado a tareas en tierra, como el embarque y desembarque de pasajeros.
El primer ministro canadiense, Mark Carney, instó a ambas partes a alcanzar una solución rápida, reconociendo la necesidad de una compensación justa para los auxiliares de vuelo y lamentando el punto muerto de las negociaciones que ha afectado a “cientos de miles de canadienses y visitantes”.
La prolongación de la huelga ha generado un considerable caos en los aeropuertos canadienses, con la cancelación diaria de aproximadamente 900 vuelos y el impacto directo en unos 130,000 pasajeros cada jornada. A pesar de las recomendaciones de Air Canada a sus clientes para que no se desplacen a los aeropuertos sin una confirmación de vuelo, numerosos viajeros han acudido en busca de alternativas. Paralelamente, cientos de auxiliares de vuelo de Air Canada han establecido piquetes informativos en diversas terminales aéreas. Ante este escenario, Air Canada ha suspendido sus proyecciones financieras para el tercer trimestre y el conjunto del año 2025, reconsiderando las expectativas de beneficios que había anticipado en julio.
Desde una perspectiva observadora, este prolongado conflicto en Air Canada pone de manifiesto la compleja y a menudo tensa relación entre las empresas, los trabajadores y el marco regulatorio gubernamental. La determinación de los tripulantes de cabina, quienes se niegan a ceder ante las órdenes de retorno y buscan amparo legal, subraya la profunda convicción en la justicia de sus demandas. Es un claro recordatorio de que, más allá de las cifras y las operaciones, existen seres humanos cuyas condiciones laborales y aspiraciones de vida están en juego. El impacto masivo en los viajeros, que se ven atrapados en medio de esta disputa, también nos obliga a reflexionar sobre la vulnerabilidad del público ante este tipo de interrupciones. Esta situación no solo perturba planes de viaje, sino que también afecta la confianza en la estabilidad de un servicio esencial. En última instancia, el desenlace de esta huelga no solo definirá el futuro de las relaciones laborales en Air Canada, sino que también sentará un precedente significativo para futuras negociaciones en el sector, invitando a una profunda reflexión sobre la equidad, la sostenibilidad y el respeto mutuo en el ámbito laboral.